martes, 17 de diciembre de 2019

EL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922. CRUCES SOBRE EL AGUA. L OGAZ A.

  • Español

Tomado de la red ALAI: AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO.

El 15 de noviembre de 1922. Cruces sobre el agua

POR LEONARDO OGAZ  A.
Opinión
12/11/2010
Esta fecha conocida como el bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana da cuenta de una gran huelga obrera que culminó con la masacre por parte del ejército de más de mil personas cuyos cuerpos fueron botados a la ría de Guayaquil, este episodio va a ser novelado por el escritor Joaquín Gallegos Lara en el libro "Cruces Sobre el Agua",  el acontecimiento adquiere una enorme significación en la vida política y social del país, significación que pretende ser olvidada.
Existe un cierto tipo de interpretación sobre los acontecimientos  del  15 de noviembre, que pretende ocultar su real significación y reducirla a una heroica acción por el progreso y la reivindicación por sí misma. Este tipo de interpretación que podríamos denominar “progresista”, olvida una cuestión que es parte sustancial de la historia, que son las posibilidades y la tendencia que encierran los hechos y que escapa a los programas y las reivindicaciones que se plantearon, e incluso, algunas veces a la conciencia de los protagonistas. Esta incapacidad de observar los hechos en su trascendencia real, porque lo real no es sólo lo dado, sino también su contenido y proyección, se debe a la pretensión de cuadrar la historia en una vía puramente evolutiva prurito ideologizante que encuentra un auxiliar propicio en el empirismo, en el culto al dato.
A su vez otra tendencia interpretativa que es la cara opuesta del  evolucionismo reformista, es el voluntarismo ultraizquierdista, que intenta reemplazar la realidad por los deseos y en cuya imagen todo se traduce a la falta de una conciencia lúcida.
Los unos restan trascendencia al hecho basados en un determinismo mecanicista: el país era demasiado atrasado para que las reivindicaciones del 15 de noviembre, pudieran  expresar algo más de lo que fue. De acuerdo con esta idea, resulta ser  que los hechos se configuran como un adelanto anómalo de la historia. Los otros, sin tomar en cuenta las condiciones reales de la formación social, caen en la absolutización de uno de los factores de la esfera política.
Tanto una concepción como la otra, basan su interpretación en verdades parciales y unilaterales. Una visión que trate de aproximarse a la realidad, debe tomar en cuenta la totalidad en el marco de un análisis concreto.
Para nosotros, la auténtica significación de los hechos está dada por la enorme demostración del proletariado de Guayaquil, de articular a su alrededor a una serie de capas oprimidas y explotadas, como una nueva fuerza que se muestra en todo su poder, es decir, la aparición de las masas organizadas en la escena social en tanto expresión de un poder alternativo.
La visión del evolucionismo reformista pretende negar esto sobrevalorando el rol de los artesanos, que, sin duda, juegan un papel importante, pero no el decisivo. Una mirada un poco más aguda nos muestra la conformación de un bloque obrero y popular.
El inicio de las jornadas de noviembre, tuvo su comienzo en octubre  con  la  presentación de un pliego de peticiones de los trabajadores ferroviarios ante la empresa norteamericana que operaba los ferrocarriles, es decir, el conflicto comienza en el área capitalista de la formación social, en la ciudad en donde este tipo de desarrollo era el más avanzado. La lucha es combativa y triunfa, entre otras cosas, porque concita un gran apoyo popular, donde juegan un papel destacado las mujeres, los jóvenes y los niños. Las organizaciones obreras, populares y gremiales se suman solidariamente a la huelga y ven en la acción de los ferroviarios un acicate para sus propias luchas.
¿Hacia dónde se extiende el conflicto? Hacia los trabajadores de la empresa eléctrica y de carros urbanos, los gasfiteros. Los ferroviarios retribuyen el apoyo que se les ha brindado, los tipógrafos, trabajadores del astillero, es decir la totalidad de la clase obrera del puerto. Dirige la organización de las luchas la F.T.R.E. (Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana), organización obrera con una gran influencia anarquista. No podemos dejar de señalar el papel destacado que jugaron los anarquistas en los hechos, la conciencia clasista y la orientación política inicial que tuvo la huelga.
Es, entonces, la clase obrera la que se constituye en el eje social de la movilización dotándola de sus perfiles característicos: unidad, organización, solidaridad, conciencia de clase, etc. Se conforman guardias obreras, el Comité de la Huelga General, “el Soviet en Guayaquil, ejercido por obreros", asume el control de la ciudad, es decir, huelga general y el surgimiento claro de un poder obrero alternativo.
El G.A.T. (Gran Asamblea de Trabajadores) dirige la huelga y cuando ésta se extiende y termina por paralizar toda la ciudad, toma las decisiones fundamentales de la vida de la misma, incluso el Gobernador de Guayaquil solicita autorización para transitar en automóvil  por  las calles de la ciudad; se determina qué sectores y a qué horas podían tener luz eléctrica, etc.
Si se analiza el programa de la huelga, el eje lo constituyen las reivindicaciones obreras: alza de salarios, respeto a la jornada de ocho horas, reingreso de los despedidos, lo que se amplía después a una lucha más general contra el hambre y la miseria, contra el conjunto de los capitalistas y el gobierno.
Lo relevante, lo histórico, lo que puede estar preñado de futuro, es el surgimiento en la lucha y al calor de ella de un poder autónomo de los trabajadores, unido a formas democráticas avanzadas en su organización. Merece un estudio más profundo el proceso de toma de conciencia y organización democrática que asumió la estructuración del movimiento de los trabajadores alrededor de las jornadas del 15 de Noviembre.
Que un sector de la burguesía, la importadora, haya utilizado la huelga en favor de sus intereses y el movimiento obrero popular se haya dejado atrapar en esta alianza indica,  por
cierto, debilidades de dirección y en su nivel de conciencia, ya que se desplazó la lucha desde reivindicaciones obreras y populares a intereses de una fracción burguesa que se presentaron como conquistas generales de la sociedad.       
Esto puede explicarse, más o menos de la siguiente forma: cuando se constituye la Gran Asamblea de Trabajadores, su núcleo de dirección y las organizaciones que adhieren a él son los destacamentos más organizados y conscientes, pero el proceso de extensión y expansión de la huelga, hace que se vayan integrando otros sectores menos conscientes y  más indiferenciados y esto sobrepasa a la dirección de la huelga.
Una enorme masa que despierta a los anhelos de justicia social, pero que carece de niveles más elevados de comprensión de la situación hace que la dirigencia inicial sea desplazada, y las organizaciones más conscientes diluyan su fuerza en el conjunto. Ese desplazamiento deja el campo libre para que las ideas más o menos extrañas de los abogados representantes de los importadores encontraran un terreno propicio.
La crisis económica de la época, por la caída de los precios del cacao, es lo que está en el trasfondo del estallido y hace que éste se generalice rápidamente por la ciudad y asuma caracteres de una alta combatividad.
Casi todos los historiadores coinciden en que una de las causas del fracaso del movimiento obedece en lo esencial, a que queda reducido a Guayaquil, donde es fácilmente cercado, aislado y derrotado, pero este factor tiene que ver con la débil integración nacional. Aquí vemos operar, en este caso, el desarrollo desigual como una limitante de las luchas obreras, y ésta no es tanto una limitación política como estructural. El movimiento indígena se encontraba en otros procesos y no tenía mayores puntos de contacto con el movimiento de los trabajadores de la ciudad de Guayaquil.
Reconocer  esto es bastante diferente a su utilización ideológica para  restar  importancia  a la potencialidad de la lucha obrera y popular que marcó profundamente la historia del país en las siguientes décadas.
Ahora, a pesar de la derrota y el período de reflujo consiguiente en que queda el movimiento de los trabajadores, el cual se manifiesta en la desorganización y dispersión, tanto de su dirección como de las organizaciones pilares, los hechos van a tener sus repercusiones y van a causar una trizadura en la dominación del poder oligárquico. En efecto, los gobiernos de estabilidad plutocrática tienen los días contados. La llamada Revolución Juliana, del 9 de julio de 1925, será una consecuencia directa de las luchas del 15 de noviembre, constituyéndose en una respuesta reformista a la crisis que se mantenía. Si el 15 de noviembre fue la respuesta de la clase obrera a la súper-explotación del capital, el 25 de julio se constituirá en la respuesta reformista burguesa a la crisis estructural y política en que se debatía el país. La fundación del Partido Socialista en 1926 y la expedición más tarde, en 1938, del Código del Trabajo pueden ser consideradas también como consecuencias de esta jornada de lucha obrera popular.


https://www.alainet.org/es/active/42226


Ecuador: La Huelga General del 15 de noviembre de 1922


POR LEONARDO OGAZ  A.
Análisis
13/11/2018
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Tomado de la red ALAI: AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO.

Este acontecimiento en que una huelga general de trabajadores termina siendo aplastada por una masacre, es necesario entenderlo como un episodio de la confrontación entre clases antagónicas, en donde queda de manifiesto que el papel esencial del Estado y su ejército es la defensa de los intereses de la clase empresarial.

Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX se fue formando en Guayaquil una clase trabajadora en la manera y la forma en que se ha formado la clase trabajadora en los países dependientes y semicoloniales desde las pequeñas industrias, talleres, artesanías, astilleros, comercios y servicios, estos trabajadores se fueron organizando y adquiriendo un nivel de organización y conciencia de clase elemental y defensivo al comienzo y relativamente avanzado y clasista después. Los sectores más avanzados de ese proletariado hicieron suya una ideología política, el anarquismo, que en mayor o menor medida orientó los procesos de lucha y organización obrera.

La primera guerra mundial y las plagas en las plantaciones de cacao agudizaron una crisis estructural en la formación social ecuatoriana que tenía un muy bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, esos dos hechos afectaron la producción de cacao principal producto de exportación del Ecuador a la época, mermando a grado extremo las condiciones de la vida popular. Las clases dominantes además hicieron recaer el costo mayor de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y capas pobres de la ciudad de Guayaquil. Las formas opresivas y explotadoras de las clases dominantes se enfrentaron a la organización y conciencia clasista de los trabajadores que los llevaron a organizar huelgas en defensa de sus más elementales derechos. “Había hambre, había deseo de más consideración y se querían ver respetadas las leyes del país”, dice Carlos Puig Vilazar. (1)

El triunfo de la huelga de ferrocarriles (del 18 de octubre al 26 de octubre) alentó una protesta masiva que se transformó en una huelga general en la ciudad de Guayaquil. Las reivindicaciones más importantes eran la jornada laboral de 8 horas y el aumento de salarios. Es decir se trataba de terminar con la sobreexplotación de la plusvalía absoluta para pasar a un régimen de explotación con plusvalía relativa. Lo más importante de los sucesos está dado por el proceso de organización y lucha que dieron como fruto la constitución de una central clasista independiente la FTRE (Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana) y como corolario de este hecho un organismo de poder popular que dirigió la huelga que fue el GAT, la Gran Asamblea de Trabajadores. Esto es lo que hace que el 15 de noviembre sea un hecho del pasado cargado de futuro, puesto que las formas de democracia obrera al interior de la gran asamblea, más las formas de ejercer el poder en una ciudad que quedó de hecho bajo su control son los embriones de un proyecto de Democracia Socialista como posible horizonte de futuro.

En su libro Patricio Martínez J. nos relata un episodio que es revelador del grado de movilización, conciencia de clase y poder popular de los trabajadores y que reproduzco aquí:

Al siguiente día, 9 de noviembre, a primeras horas de la mañana, la Policía y el Ejército ocuparon la planta eléctrica de la ciudad,…obligando a la continuación del trabajo. De inmediato se presentaron los dirigentes de la FTRE y de la Asociación Gremial del Astillero…y encabezaron una protesta en medio de la calle, iniciándose un tenso diálogo a gritos con los oficiales de Zapadores N•2 Montufar, durante el cual los obreros portaron y agitaron como símbolo movilizador banderas nacionales en las que habían reemplazado los gallardetes por grandes panes incrustados en las puntas de las astas. Al poco rato concurrió el Intendente de Policía, quien dirigió un mensaje conciliador y pidió y obtuvo de los huelguistas la promesa de suministrar energía eléctrica a la ciudad exclusivamente para el alumbrado público de la siguiente noche, quedando aceptado tácitamente el corte de fluido eléctrico hacia los tranvías y hacia las casas y fábricas, tanto diurno como nocturno” (2).

Las principales influencias externas en este hecho histórico son el anarquismo que, como corriente obrera mundial, llega a Guayaquil, la Primera guerra mundial (1914-1918) que afecta seriamente la economía del Ecuador, la Revolución de Octubre (1917) cuyos ecos resonaron en la huelga general del 15 de noviembre y curiosamente un poco menos la Revolución Mexicana (1910-1917), quizás por el hecho de ser una revolución campesina y por el tradicional cerco que el poder mundial tiende sobre los países hermanos de América Latina y que hasta el día de hoy nos tiene aislados y separados.

Las repercusiones de esa gran huelga de trabajadores de Guayaquil son extraordinarias, ni más ni menos que se constituye en un antecedente del fin de la dominación plutocrática a través de la Revolución Juliana (julio de 1925) que fue un movimiento cívico militar que estalló 3 años después de la huelga general de Guayaquil y que tuvo un contenido progresista modernizador que contó con el respaldo de capas medias y sectores populares. Más tarde, nace el Partido Socialista (1926) como expresión política de los trabajadores y parte de los sectores medios, posteriormente nace la seguridad social en 1928, de una escisión del Partido Socialista, se oficializa el Partido Comunista en 1933, además se aprueba el primer Código del Trabajo en 1938. Además toda la organización sindical posterior al 15 de noviembre de 1922, tiene como pilar y referencia base la gran huelga de Guayaquil.

Notas

1) Puig Vilazar, Carlos, “Sacrificio de un Pueblo 15 de Noviembre de 1922”. Pág. 17. Colección Movimiento obrero ecuatoriano N.2. 1983. Litografía e imprenta de la Universidad de Guayaquil. Carlos Puig fue un abogado que representó a los trabajadores en la Huelga ferroviaria y en la Huelga General.

2) Martinez J. Patricio, “Guayaquil Noviembre de 1922. Política Oligárquica e Insurrección Popular”. CEDIS. Quito-Ecuador, 1988. Pag. 66.




https://www.alainet.org/es/articulo/196496


Ecuador: la huelga del 15 de noviembre de 1922


POR JUAN PAZ Y MIÑO

ARTICULO TOMADO DE LA RED ALAI. AMERICA LATINA EM MOVIMIENTO.
Análisis
16/11/2018
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En América Latina hay una larga tradición de lucha de los trabajadores por conquistar derechos laborales, mantenerlos o ampliarlos. En ese camino, la imposición del capital sobre el trabajo no ha dudado en desatar represiones contra el movimiento obrero, a fin de sujetarlo y dominarlo.  En la historia regional se han registrado, asimismo, episodios de lucha y desgracia que dejaron su marca en las conciencias colectivas. En cada país  ha habido escenarios de violencia y muerte contra las aspiraciones justas de los trabajadores.

El grupo Quilapayún en su “Cantata de Santa María de Iquique” (1970), recoge uno de los episodios más dolorosos acaecidos en Chile, el 21 de diciembre de 1907, cuando fueron asesinados centenares de obreros del salitre que demandaban mejoras salariales, así como otros reclamos laborales.

En Ecuador se suscitó un episodio igualmente sangriento, el 15 de noviembre de 1922. Para ubicar el contexto de ese hecho, vale señalar que el proceso de la acumulación originaria que abordó Marx en forma global y casi concentrada en Inglaterra naturalmente, no ha sido el mismo acaecido en América Latina -en forma específica- y menos aún en Ecuador, de modo que ese "vacío" solo puede ser llenado con investigaciones históricas concretas.

A grandes rasgos, la colonia no disoció en Ecuador a poseedores de fuerza de trabajo libre y a capitalistas dueños de dinero y medios de producción. Luego de la independencia, durante la vida republicana decimonónica, tampoco tuvieron lugar procesos estructurales que condujeran a esa disociación, ya que sus alcances fueron muy relativos con la liberación de esclavos (1851), la abolición del tributo indígena (1857), la sustitución del diezmo (1890) o los decretos dictados por Eloy Alfaro para tratar de introducir el trabajo asalariado en las haciendas.

La vigencia del régimen oligárquico ecuatoriano impidió la industrialización efectiva del país y el surgimiento de un mercado libre de fuerza de trabajo, como precondiciones para el capitalismo. En realidad, con la Revolución Juliana (1925) se inició un largo período para la superación de ese régimen, definitivamente liquidado con la reforma agraria de 1964, que abolió las modalidades precarias de trabajo favoreciendo el inmediato mercado libre de fuerza de trabajo indígena y campesina.

En estricto rigor, el capitalismo ecuatoriano es tardío: sus inicios apenas son visibles a fines del siglo XIX e inicios del XX -cuando surgen las primeras manufacturas e industrias-, avanza a mediados de siglo durante el auge bananero (1950-1960/65) y definitivamente se consolida en las décadas "desarrollistas" de 1960 y 1970. A ese lento desarrollo capitalista lo acompañó el crecimiento y desarrollo de la clase trabajadora asalariada, base del movimiento obrero que recién emerge a fines del siglo XIX y, sobre todo, a inicios del  XX.

Cabe recordar el papel sindicalista que desempeñó el ciego cubano Miguel de Albuquerque, en la época radical-liberal, en respaldo a Eloy Alfaro, y cómo gracias a esa labor nació en Guayaquil la Confederación Obrera del Guayas (COG, 1905), la más importante organización de su tipo en los orígenes del movimiento. Años más tarde surgirían otras, entre las que merece destacarse la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros "Tomás Briones", a cuya iniciativa se constituyó, en 1922, la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), que pronto desplazó a la COG en el liderazgo del movimiento obrero de Guayaquil.

En el mismo mes de octubre, la Asamblea de Trabajadores del Ferrocarril del Sur, en Durán, resolvió presentar al gerente, J.C. Dobbie, un pliego de peticiones cuyas demandas centrales fueron:

• que se respete la ley de 8 horas de jornada diaria y la de accidentes de trabajo. La jornada de 8 horas fue decretada en 1916 y la Ley sobre Accidentes de Trabajo en 1921;
• aumento de salarios: mientras la remuneración mensual de los trabajadores era de unos 30 sucres, el sueldo de los jefes era de por lo menos 250 dólares, en momentos en que el dólar llegaba hasta a 4 sucres;
• considerar la semana de trabajo de 6 días: hasta entonces, la semana laboral era de 7 días;
• estabilidad laboral: a fin de no separar a cualquier trabajador sin causa justificada;
• otras: suprimir descuentos de los sueldos de los trabajadores para el hospital, un nuevo cirujano, botiquines en Durán, Bucay y Ambato, restituir en el puesto a varios trabajadores despedidos.

Al no recibir respuesta, los ferrocarrileros iniciaron la huelga, respaldada por la FTRE, la COG y la Asociación Gremial del Astillero. En los siguientes días, aumentó la solidaridad de otros gremios de trabajadores. La alarma que produjo la paralización del ferrocarril en el país, forzó al gerente Dobbie a entrar en arreglos con los huelguistas. El 26 de octubre las partes suscribieron el Acta en que se aceptaban los planteamientos de los trabajadores.

El éxito de los ferrocarrileros de Durán dio pie a numerosas reivindicaciones laborales de los guayaquileños. El 8 de noviembre, los trabajadores de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica y de la Empresa de Carros Urbanos presentaron  sus demandas a los patronos.  El reclamo de los empleados, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos incluyó, en lo esencial:

• la ley de 8 horas, y pago de sobretiempos;
• aumento de salarios;
• estabilidad laboral;
• cumplimiento estricto de la Ley de Accidentes de Trabajo;
• planteamientos específicos: regulación del número de vueltas, permisos, pasajes, carros, responsabilidades de los conductores, calamidad doméstica y otras.

Los operarios de los carros de tracción a mula coincidieron en establecer turnos cada 12 horas, y cada 6 alternativas; pago de sobretiempos que excedan las 8 horas; cese de despidos; aumento de salarios; cumplimiento de la ley de seguro y accidentes. En los siguientes días, se sumaron a las huelgas los trabajadores del gas, verteros y conductores de carros urbanos, del taller de carrilanos, cascajeros, etc. Uno de los Manifiestos sostuvo: "Existe una ley que determina el tiempo de trabajo diario, en ocho horas como máximo, y, sin embargo, se nos obliga a trabajar 18 y 20 horas al día". El día 10 se sumaron a la huelga los trabajadores de las fábricas de Guayaquil. El 11, artesanos y constructores; el 13 los voceadores y nuevas fábricas; este día la FTRE declaró el paro general. El 14 Guayaquil fue una ciudad paralizada y sin luz.

El día 15 de noviembre, la gigantesca manifestación por las calles de Guayaquil fue reprimida a fuego abierto. Murieron centenares de obreros”.
Los trabajadores, el 15 de noviembre de 1922, expresaron el despertar de las reivindicaciones laborales en el Ecuador, justas, en un medio atrasado en los derechos laborales ya conquistados en otros países. Sin embargo, las reivindicaciones reclamadas fueron calificadas como "comunistas" y "excesivas". Y la matanza obrera de Guayaquil, de la que fuera responsable el gobierno de José Luis Tamayo (1920-1924), incluso fue justificada con el argumento de que se había disparado contra "saqueadores" y "delincuentes". Todo para esconder la responsabilidad compartida de los capitalistas de la época.

Naturalmente dicho episodio fue marginado en los relatos históricos hegemónicos, pero su memoria ha sido rescatada por los pocos historiadores del movimiento de los trabajadores ecuatorianos.  Retrata el poder que tuvo el régimen oligárquico y los inicios del capitalismo.  Las conquistas laborales, que finalmente se lograron en la Constitución de 1929 y en el Código del Trabajo de 1938, aunque garantizadas, no siempre han sido respetadas. Y hoy corren el riesgo de ser revertidas por la fuerza que han adquirido las propuestas de “flexibilidad” y “flexiseguridad” laborales, impulsadas por las elites empresariales más ricas e influyentes del país.

Quito, 15/noviembre/2018

Firmas Selectas de Prensa Latina

https://www.alainet.org/es/articulo/196595



15 de November de 2011

Quito y la masacre obrera de 1922 

(Tomado de El Comercio).

Entre las razones que tuvo la Revolución Juliana (1925) para afectar el poder económico de la ‘plutocracia’ bancaria de Guayaquil estuvo la masacre de trabajadores que ocurrió en esta ciudad, el 15 de noviembre de 1922. Ese escandaloso acontecimiento tuvo como antecedente el desarrollo del movimiento de los trabajadores y de los gremios artesanales en Guayaquil. A partir de octubre de 1922, varias asociaciones generalizaron sus reclamos frente a los patronos. Comenzaron los trabajadores del ferrocarril de Durán, que lograron ante el gerente J.C. Dobbie el aumento de salarios, respeto a la jornada laboral, estabilidad y otras tantas reivindicaciones. Su éxito motivó que otras asociaciones buscaran similares mejoras, pues de por medio estaba la ausencia de una serie de derechos y la explotación de la que eran víctimas los trabajadores de la ciudad-puerto por parte de una élite de ‘emprendedores’ y ‘patricios’, cuya riqueza contrastaba con la miserable condición de los trabajadores. 

Tanto la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), como la Confederación Obrera del Guayas (COG) y la Asociación Gremial del Astillero iniciaron una huelga general que en sucesivos días fue respaldada por las múltiples organizaciones guayaquileñas: Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica, Empresa de Carros Urbanos, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos, operarios de los carros de tracción a mula, trabajadores del gas, verteros, taller de carrilanos, cascajeros, etc. 

El día 10 se sumaron a la huelga los trabajadores de las fábricas de Guayaquil; el 11, artesanos y constructores; el 13 los voceadores y nuevas fábricas. La FTRE declaró el paro general. El 14, Guayaquil era una ciudad paralizada y sin luz.

 El día 15 de noviembre, la gigantesca manifestación de trabajadores por las calles de la ciudad fue reprimida a fuego abierto. Murieron centenares de manifestantes. La Revolución Juliana, cuyo núcleo originario de jóvenes militares estuvo en el Regimiento Bolívar, en la ciudad de Quito, tomó conciencia de lo que había sucedido en Guayaquil y por ello tuvo razones sociales evidentes para reivindicar al “hombre proletario”. 

Apenas llegaron al poder, los julianos recibieron el amplio respaldo de los trabajadores y sectores populares guayaquileños y del país. Las políticas de los gobiernos julianos (1925-1931) fueron pioneras en institucionalizar la atención y el gasto social desde el Estado e impulsaron la primera reforma monetaria y financiera que antepuso el interés nacional frente a los bancos privados. Orientada por los criterios del industrial y comerciante quiteño Luis Napoleón Dillon, que pasó a ser el ideólogo de la revolución, la primera Junta fiscalizó a los bancos, sancionó al Comercial y Agrícola de Guayaquil y al Pichincha de Quito y se propuso crear un Banco Central Dicho banco solo se concretó en 1927 con la Misión Kemmerer, en el gobierno de Isidro Ayora. Desde luego, los ‘patricios’ y ‘emprendedores’ guayaquileños resistieron por todos los medios la creación del Banco Central, que afectaba a los privados.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección:https://www.elcomercio.com/actualidad/quito/y-masacre-obrera-de.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

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