jueves, 26 de diciembre de 2019

CARTA-DOCUMENTO A RODOLFO PÈREZ PIMENTEL. CARLOS LASSO CUEVA.



LA VISION DE  LOS  “NOBLETONES” Y OLIGARCAS DE GUAYAQUIL SOBRE LA HISTORIA DE NUESTRO PAIS.
GUAYAQUIL 15 de Julio del 2011
Querido Rodolfo Pérez Pimentel.
 Ya revisé lo que me contaste que  dice el señorito en su periódico  contra mi, aunque no me nombra pero si da "mis coordenadas"...este "príncipe"  pudo haber sido menos descomedido porque no se trataba de nada personal. Esperaba más serenidad y altura de él. Pero esta gente nace y vive llena de soberbia, queriendo  "deslumbrar con sus "pujos".
 Cita los textos de historiadores locales que yo reproduje  en mi artículo sobre la batalla del Pichincha y en mi libro sobre la HISTORIA DE GUAYAQUIL., la pelea no es conmigo sino con lo que han dicho ellos, incluso tú… que manifestaste que "todos los funcionarios del cabildo posterior al 9 de Octubre eran realistas".. . son cosas que aparecen en muchos libros de historia y que yo no hago más que citarlas. Tiene que desautorizar a esas fuentes, no a mí.
 Oswaldo Hurtado  dice la frase que está ahí, no yo, que "el 9 de Octubre fue obra de soldados del ejército español", de origen peruano y venezolano: Febres Cordero, que fue el dínamo, Letamendi, Urdaneta, el cacique Alvarez, el teniente (entonces) Damián Nájera, y muchos otros. Está en su libro EL PODER POLITICO.
Fuiste tú  el que escribió: "y así, apaciblemente, llegó  el 9 de Octubre de 1820, que a muchos tomó por sorpresa, y entre ellos a Olmedo". Está en la pag. 380 del primer tomo de tu ECUADOR PROFUNDO. Contigo debe pelear también, no conmigo. Ya eres también "enemigo de Guayaquil".
La cita de Andrade Reimers está ahí  y es de él: que "el patriciado de Guayaquil rompió con Sucre y no lo apoyó". Está en su opúsculo LO QUE SUCRE HIZO POR ECUADOR.
Y son historiadores locales y de  otras partes  los que cuentan que de Guayaquil Sucre bajó a Machala, a Pasaje y a Loja (que aportó con más de 200.000 pesos) a esperar a los batallones que venían desde el Sur.   Con esas fuerzas inició su camino al Norte. Estos batallones que combatieron en Pichincha fueron:
La División “Santa Cruz” , del sur, con 1200 hombres
El batallón peruano “Piura” al mando del  comandante argentino Villa
El batallón peruano “Trujillo”
El famoso batallón inglés “Albion” que traía los pertrechos y que salvó la batalla.
El cuerpo colombiano “Paya”
El batallón Magdalena, de Colombia, al mando del general Córdova, que rompió los fuegos y que fue el primero en descender hasta El Tejar el 24 de Mayo.
Las tropas que vinieron de Colombia con Sucre, que totalizaban 700 hombres.
El batallón ecuatoriano “Yaguachi”, integrado por soldados voluntarios de varias partes del Ecuador (riobambeños, guarandeños, lojanos, ambateños, cuencanos) comandado por el coronel Morales
Y agréguese a esta cantidad los 14 guayaquileños citados en el artículo de LA REVISTA de “El Universo” del 24 de Mayo de 2009. Si fueron más o menos, el error es del que publicó ese artículo titulado UN TRASCENDENTAL APORTE: GUAYAQUILEÑOS EN LA BATALLA DEL PICHINCHA.
¿Qué me reclama? Aunque claro, sabemos que la quieren pintar y narrar a esa batalla de otro modo. Y les he arruinado esa estrategia.
 Falta poner que mi finado e ilustre maestro y amigo (que votó por mi en la Casa de la Cultura) Abel Romeo Castillo documentó que Olmedo era monárquico siquiera hasta 1812, cuando se carteaba con la princesa María Antonia  de Borbón, apoyando su derecho al trono. Para esas alturas ya había sido declarada la independencia de Venezuela, y el Guayaquileño Antepara  (guayaquileño de los nuestros, no de esta gallada empingorotada)  ya estaba editando en Londres, desde 1810, el periódico “El Colombiano”, al que en su biografía tú llamas el “primer periódico de la América Libre”.  Hay que destacar la diferencia de estas conductas. Antepara, que es tu pariente, tiene méritos en la lucha independendista que nadie le iguala en esta ciudad. Pero lo ponen atrás de  sus favoritos.
Castillo  resalta la oda EL ARBOL, de Olmedo, escrita (“con indignación monárquica”) en solidaridad con el rey de España en 1808, cuando ya Eugenio Espejo había sido asesinado y en Quito la gente se reunía para conspirar contra los españoles…  preparaban la insurgencia del 10 de Agosto mientras los  comerciantes de Guayaquil estaban locamente  interesados en conseguir por primera vez en su historia un título de nobleza que se iba a rifar en Lima a propósito de la boda real española, como con lujo de detalles lo cuenta Modesto Chávez Franco. Qué culpa tengo yo de que estas cosas estén en libros de connotados historiadores?
Las CRONICAS DEL GUAYAQUIL ANTIGUO de Chávez Franco fueron reeditadas hace  muy poco por el I. Municipio de Guayaquil. El fue “Cronista Vitalicio de la ciudad de Guayaquil”. Qué culpa tengo de que él cuente esas cosas? La culpa es de él por haberlas escrito y no mía que no hago más que citarlas porque nada he inventado, nada he sacado de mi cabeza. Lo que he hecho es estudiar a estos autores y sistematizar sus cosas. Pero ahora aparece este pseudo oráculo que intenta pontificar  (ante su grupo minúsculo) que todas estas cosas “no valen”, “no son científicas”. Porque lo único científico fue el saqueo bancario.
 Y Abel Romeo Castillo  (será declarado Enemigo Post Mortem del Guayaquil oligárquico? Se atreverán a eso, por lógica, estos petimetres?)  pone de relieve el banquete que le ofreció el Arzobispo Virrey de México en Tucubaya, cuando Olmedo  hizo un brindis en verso con su composición titulada “Improntu”. Y recuerda que en 1802 el mismo Olmedo, después de que Eugenio Espejo había muerto, se ocupaba, en Lima, “de componer un epitalamio en las bodas del Conde del Villar de la Fuente, y de que por esa época compuso una Loa dedicada al Virrey y Capitán general del Reino del Perú”.
Y está lo que tú  y Camilo Destruge dicen, que el famoso  Villamil traficaba con armas que traía de Nueva Orleans para vendérselas a los españoles, mucho después de la jornada temeraria y heróica del 10 de Agosto, que costó tres  cientos muertos, entre ellos dos antepasados míos, Francisco Javier de Ascásubi y Matheu y el coronel  Juan de Salinas y Zenitagoya, asesinados con el apoyo y beneplácito  de la burguesía comercial guayaquileña  que apoyó a Fernando VII en esa coyuntura, proclamando  firmemente su fidelidad al Rey, como documenta de manera perfectamente clara y en idioma castellano don Julio Estrada Ycaza, guayaquileño de la primera distinción, junto con su tan distinguida esposa, la bella y gentil María Teresa, a la que tuve el honor de tratar de “tú”, y que me regaló autografiado el libro póstumo de  Don Julio, su “Guía Histórica”.
Esta era gente que, amando a su terruño, tenía conciencia nacional. Porque ni León Febres Cordero Ribadeneyra, que era un  hombre con una antigua historia nacional, por descender del marqués de Selva Alegre, comulgó jamás con esta “autonomía”  ocultamente separatista que ahora se pregona. El descendía del general Aguirre Mendoza, que puso al servicio de Sucre los indios conocedores del terreno para que lo guiaran, de noche, por esas desconocidas montañas. En Quito una  calle lleva su nombre. Su esposa fue Rosa Montúfar Larrea, quien  sobornó a los centinelas españoles para lograr la libertad del  general Mires, que logró llegar hasta Sucre con noticias útiles de carácter táctico, y que peleó en Pichincha. Pero estas cosas por acá no se enseñan.
 Y es que ya se sabe que, para estas gentes, “el Ecuador es un país extraño, que queda ubicado fuera de Guayaquil”. Estos sueñan con la creación de “La República autónoma, independiente, oligárquica, de Guayaquil”.  Y mejor aún si es que es “un principado”, porque algunos andan locos por los títulos de conde, marqués, que no saben cómo conseguirlos. Hay algunos ejemplos que la gente conoce, que tú mismo has reseñado en tu Diccionario Biográfico…Tienen hacia el Ecuador y su pueblo  y hacia el propio pueblo guayaquileño -al que pretenden utilizar- un odio infinito y enfermizo.
  Ninguna de estas afirmaciones que he citado, obviamente,  es mía. Me atribuye todo a mí. De seguro porque no soy guayaquileño de la élite. Porque aquí hay que ser las dos cosas: guayaquileño y del Club de la Unión, de no vale. Aunque se que en ese Club hay gente que si es racional. Tú  por ejemplo.
 Algunos amigos míos son miembros de ese club al que he ido (al salón “Inglés”) y lo conozco por dentro.
 No se refiere a lo que anotó dos veces Benites Vinueza en su libro, que es un clásico del pensamiento social ecuatoriano,  que la "aristocracia de Guayaquil quería unirse al Perú" y  que el patriciado de Guayaquil se  opuso al 10 de Agosto de 1809 y que por eso Fernando VII luego los recompensó con mercedes arancelarias, cosa que confirma mi ilustre amigo  Julio Estrada. Si lo cito, me va a culpar a mi, no a él ni al  respetable maestro guayaquileño Leopoldo Benites, que co-prologó mi primer libro. tengo ese orgullo. Un guayaquileño memorable como él me respaldó. Y me disculpas, pero estos no le llegan a él ni a los talones. Y claro, no se atreven a rebatir a gente de esa categoría gigantesca, así que quiere apagar el fuego  apuntando  contra mi, que soy tan humilde..
De seguro hay que recordarles lo que dijo Benites Vinueza sobre Olmedo: “ Y Olmedo, el poeta de la libertad,, el caudillo de la emancipación,, el glorioso político de la in dependencia, prostituye su lira heroica con  la que había cantado la gloria de Bolívar en Junín, al ordenar, en imprecación magnífica, al  Chimborazo:
Rey de los Andes, la ardua frente inclina, que pasa el vencedor
 El vencedor era Flores que acababa de exterminar a los ecuatorianos que luchaban contra el pretorianismo”. Llegarán a declarar a Leopoldo Benites Vinueza enemigo Post Mortem del Guayaquil oligárquico?
Yo digo de Olmedo que , sin duda, fue un gran valor literario, que pronunció en las Cortes su famoso discurso sobre las Mitas,  con el que no fue consecuente, porque aquí pasó a ser Vicepresidente e íntimo amigo y  hasta compadre del famoso sátrapa Juan José Flores, en cuyo gobierno se consolidó el latifundismo, la explotación a los indios, la injusticia social, la violación a los derechos humanos. Su gobierno fue una orgía de corrupción y violencia. Gobernó sostenido por tres mil negros venezolanos que asolaron el país, en pueblos y aldeas, cometían desmanes, atropellos, violaciones…todo esto está documentado. Hay una conferencia, dictada en la Vieja Casona, por mi pariente y compadre Carlos Cueva Tamariz, por el sesquicentenario de la República, en que se refiere a algunas de estas infamias, respaldándose en varios prestigiosos historiadores. Y tú mismo, en tu biografía de Flores y en la de Muñoz, el duque de Rianzares, pones de relieve su corrupta vesanía manifestada, por ejemplo, en el asesinato de los miembros de  EL QUITEÑO LIBRE…el coronel Hall y sus camaradas. Olmedo estuvo a su lado y fue, por desgracia, su hombre de confianza, durante todo ese tiempo. Se olvidó de su hermoso discurso sobre las Mitas.
La burguesía comercial  guayaquileña  siempre apoyó a Flores, inclusive en la horrible matanza de Miñarica, y solo se le opusieron recién en 1843. Se olvidan de  resaltar el mérito de un guayaquileño de esa época, que brilla con luz propia, y que fue tan coherente en su postura antifloreana siempre, desde Tarqui, pasando por Miñarica, hasta llegar al 6 de Marzo. Este hombre –el general Elizalde-, una gloria guayaquileña,  merece todo nuestro respeto y  nos inclinamos reverentes ante su memoria.
El fue el artífice del 6 de Marzo. El hizo que Flores se viera obligado a capitular luego de meses de combate en “La Elvira”, en un contexto de levantamientos y pronunciamientos habidos en todas las comarcas del país, que se conmocionó con violencia. En todas partes del país hubo asonadas, disturbios, manifestaciones, revueltas armadas,  bala y más bala, en costa y sierra. Asi fue como, a sangre y fuego, el gran guayaquileño  Elizalde, en ese momento histórico, encabezó la lucha contra el pretorianismo extranjero que  protegió a Rocafuerte.
Esta es una de las cartas que Rocafuerte, como Presidente del Ecuador, escribió a Juan José Flores: está reproducida en el libro de Gustavo Vázcones Hurtado, pag. 168. :
“es posible que siendo Ud. Tan vivo y convencido de la corrupción y espíritu de intriga de este país haya Ud. caído en la red que le han tendido los que solo aspiran a desunirnos? ¿A qué aspiran los enemigos de Ud? ¿A que Ud. Salga del país y de este modo poder ellos satisfacer sus venganzas? ¿Qué quieren mis contrarios? Que Ud. Salga del país para seducir a las tropas, volcar al Gobierno y apoderarse del mando para satisfacer su  miserable avaricia. ¿Y en estas circunstancias Ud. Pretende irse al Perú y abandonarnos? Eso no puede ser, mi querido General. Ud no tiene tampoco ningún justo motivo de queja, si he esmerado en darle pruebas de deferencia y consideración y solo he diferido de sus opiniones en el arreglo  de la hacienda y en la publicación de los decretos del 10 de Febrero cuyo acierto o desacierto toca manifestar al tiempo. Su presencia de Ud. Es de absoluta necesidad en el Ecuador y yo no consentiré en que Ud. Se aleje de nosotros…” (CARTAS DE ROCAFUERTE A FLORES. 6 DE Abril de 1836. Archivo histórico,. Banco Central).
Y esto es lo que el general Wright, el amigo de Flores, que sostuvo una balacera en pleno Guayaquil, defendiendo a Flores, contra la tropa del general Elizalde  el 6 de Marzo de 1845 (en la que hubo cien muertos), escribió sobre Rocafuerte: “Hoy remito a Ud. Un ejemplar y otros también a Soulín (se refiere a los panfletos contra Flores que llegaban de Lima) “de los viajes de Rocafuerte que no son al caso porque comer con la Emperatriz de Rusia y pasearse en Italia no tiene nada, absolutamente nada con los servicios prestados a la América ni conexión alguna con la revolución de la independencia: y decir que él no aspiraba nunca al título de General, es confesar plenamente que él no quería exponer su pellejo: mientras que nosotros para obtener este honroso título hemos andado con   la pata en el hielo y comiendo a veces carne de caballo, y aún esta sin sal mientras que Rocafuerte estuvo gozando de los deliciosos manjares de Europa según su propia confesión”.  Está publicada en el libro “El general Juan José Flores”,  de Gustavo Vázconez Hurtado, pag. 356. Editado por el banco Central del Ecuador.
 De seguro que  ese personaje que fue  Jacinto Jijón y Caamaño merecerá  vituperios por la forma como calificó a Olmedo en su libro POLITICA CONSERVADORA (editado por el Banco Central), pag 209: “Olmedo, deísta, de ideas religiosas imprecisas, ligero e inconstante, versátil y liviano en sus conceptos políticos”.
Y qué  dirán de lo que el Dr. Angel F. Rojas escribió sobre Olmedo en su obra LA NOVELA ECUATORIANA (Clásicos Ariel: pag. 22 y 23): “Olmedo dedicó su mejor poema al general Flores, vencedor en Miñarica, manchando para siempre su nombre literario, que se vinculaba inicuamente al del amo extranjero que mató a más de mil ecuatorianos  en esa batalla…Olmedo fue después enemigo de su héroe y compadre espiritual…la de Miñarica fue la peor de sus derrotas morales, y la generación literaria contemporánea no se lo perdonará  jamás”. He aquí a otro “enemigo del Guayaquil oligárquico”. Ya le han de quitar, entonces, su nombre, al Hospital del Día que así se llama.
Te recuerdo lo que mi familia ha hecho por Guayaquil, porque ahora como que me quiere mandar botando de esta ciudad de la que  da la impresión que se siente como "copropietario". Así son, al parecer, "sus ínfulas". Como que él da las visas para residir aquí. A él hay que pedírselas. Y como está amparado por su recontra poderoso séquito oligárquico pues se siente y se sabe intocable, no como yo, indefenso cholito de a pie que ando a veces en la metrovía. Se supone que me debo poner a temblar porque  me ha tomado ojeriza. Tendré que  empezar a tomar Valeriana.
 Mi tío Manuel Benigno Cueva (al que tú le hiciste una excelente biografía)  que fue Jefe Civil y Militar con la Revolución Liberal en Loja y que presidió la Constituyente de 1896, como Encargado del Poder, firmó el decreto fundando la Universidad de Guayaquil.
Mi tío Isidro Ayora Cueva fue quien le dio a Guayaquil una obra trascendental: el alcantarillado, que no se le había ocurrido a los otros presidentes guayaquileños de esa etapa, a los mandamases oligárquicos de esa época... Por la campaña sanitaria de su gobierno fue que Guayaquil, ciudad querida y víctima de su oligarquía tan caracterizada por tantos políticos, alcanzó la categoría de PUERTO LIMPIO CLASE "A". El fundó el Conservatorio de Música de esta ciudad y firmó el contrato para que se construya el actual palacio Municipal, QUE ES OBRA DE SU GOBIERNO, inaugurada en su gobierno. El pavimentó a Guayaquil por primera vez en su historia. Mi tío Isidro nació como yo  en la castellana Loja. Fue un presidente lojano  que se desveló por servir con devoción al pueblo de Guayaquil, y sin tanto alarde ni pomposidad a la que  están acostumbrados estos fanáticos del “autobombo”.  Hay una larga avenida en el Norte de Guayaquil que lleva su nombre, por la gratitud de los guayaquileños. Y hay un progresista cantón de la provincia del Guayas que con orgullo lleva su nombre benemérito. El solo hizo por Guayaquil más que varios presidentes guayaquileños juntos. Y recordemos que fue un presidente quiteño el que construyó el Terminal Marítimo de Guayaquil y fundó la Politécnica del Litoral.
 MI abuelo Juan Manuel Lasso  Ascásubi, fundador del Partido Socialista fue el único militar de alta graduación de esa época que condenó la masacre del 15 de Noviembre,  (como lo destacó Patricio Ycaza en el diario HOY el 13 IX 87) planificada por la oligarquía local con el gobierno de Tamayo que era de esta argolla.
Ahí estuvo metido Arroyo del Río, cuyo papel en la guerra del 41 fue siniestro aunque ya lo quieren santificar, ya dizque está empezando a hacer nuevos  " milagros" como los que hizo en vida con los desprestigiados "carabineros"  a los que el pueblo guayaquileño les dio bala "palomeándolos" en el aire cuando se tiraban desde las ventanas de su cuartel que se estaba incendiando luego de una noche de combate, el 28 de Mayo de 1944...  Aquí evoco documentos como el libro LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO ECUATORIANO de Patricio Ycaza, que es un clásico del pensamiento social ecuatoriano.
 Cuando había una crisis económica general, y en la costa, sobre todo, se abatía el desempleo, en medio de una larga crisis de inestabilidad política, fue el gobierno de mi tío Galo Plaza Lasso quien levantó al país y sobre todo a la costa, incluyendo, fundamentalmente, al Guayas, al fomentar el cultivo del banano, al que le buscó rápidamente contactos internacionales para su exportación. Esto fue una poderosa inyección de vitalidad para la economía nacional y sobre todo de esta región.
Hubo mucho trabajo, las bananeras prosperaron, nacieron grandes fortunas, y el empleo se expandió, causando un enorme progreso. Eso dio un alivio a la economía popular de la región. Contrario a lo que hicieron los aclamados banqueros corruptos de la oligarquía de Guayaquil que destruyeron la economía nacional. Esta es la diferencia … la sutil, “diminuta”, “mínima”, “imperceptible” diferencia que a este señorito no le ha de gustar que se destaque. Eso también es “un atentado contra su Guayaquil oligárquico”.
En el libro HISTORIA DE GUAYAQUIL, editado por el I. Municipio, se  menciona a mi antepasado José  de Aguirre Irisari, que fue Gobernador de Guayaquil en la época colonial, desde 1790 hasta 1795. Se dice de él que construyó  el primer puente sobre el Estero Salado, inició la construcción en piedra de la calzada que luego se llamó “Camino de la Legua”, y reparó los puentes que cruzaban los esteros. Facilitó el funcionamiento de la primera escuela pública de primeras letras, y terminó de construir la cárcel pública. Fue ascendido a Coronel  de Infantería y luego a Coronel de los Reales Ejércitos y obtuvo el hábito de Caballero de la Orden de Santiago. También, según Abel Romeo Castillo, refaccionó la aduana, la sala de armas y el muelle. “En su residencia no se presentó ningún vecino  a declarar en contra suya”.
En su libro LOS GOBERNADORES DE GUAYAQUIL DEL SIGLO XVIII, el Dr. Abel Romeo Castillo, cita a Pino Roca que lo calificó  a mi antepasado de “gobernante modelo”. En España combatió contra Napoleón y fue Secretario de los Negocios de Guerra y fue luego declarado “BENEMERITO DE LA PATRIA EN GRADO HERÓICO Y EMINENTE”. Llegó a ser Mariscal de Campo. En España fue encarcelado por la absolutismo debido a sus ideas liberales. Falleció en 1814, de 56 años. Castillo concluye el  largo capítulo  que le dedica a  Aguirre Irisari con estas palabras: “Si los hechos de la vida de Aguirre –los que nosotros conocemos del Gobernador a quien tanta gratitud debe guardar Guayaquil-  no bastaran para presentarle como un hombre puro, íntegro y honorable, las circunstancias de su muerte –las pocas que conocemos- serían las pruebas definitivas”. Su genealogía y descendencia ecuatoriana aparecen en el trabajo de Gangotena, editado en 1955 por la Academia Nacional de Historia. De él desciende León Febres Cordero Ribadeneyra por vía materna. Así está documentado.
Mi familia ha hecho aportes sustanciales  en beneficio de Guayaquil, como ves, como muy pocas Y son cosas concretas, no propaganda chovinista. Así que yo no tengo porqué irme de esta ciudad a la que amo, porque le desagrada mi presencia aquí a un filático que  pertenece a una élite de  personas que lo que pasa es que se creen que son los dueños de esta ciudad habitada ya por millones de ciudadanos, muchos de los cuales tenemos otra ideología, otra filosofía de la vida. Y vivimos amparados por la Constitución, aun que  a él no le guste.
 Mi familia no masacró al pueblo de Guayaquil el 15 de Noviembre de 1922. Fue un genocidio planificado por la propia oligarquía local acostumbrada  a usar al noble pueblo de Guayaquil electoreramente para defender intereses de clanes financieros. Y fíjate que no te menciono el libro de Galarza Zavala sobre el caso ADA. Mi familia no ha causado estropicios como ese contra el pueblo. Pero si te citaré en esta carta, una y mil veces, a Joaquín Gallegos Lara, autor de la trascendental novela LAS CRUCES SOBRE EL AGUA, sobre la masacre del 15 de XI de 1922.
 A este ilustre novelista guayaquileño, un clásico de nuestras letras (al que habrá que reeditarlo muchas veces, organizar en los colegios fiscales concursos de oratoria sobre su obra)  identificado con la plebe, con el pueblo llano, con el de los barrios pobres, suburbanos, marginales, también ya lo están devaluando y descalificando, diciendo que  esta novela "no refleja totalmente la realidad histórica de ese día" (ver libro HISTORIA DE GUAYAQUIL, editado por el I. Municipio: pag. 78). Son estos revisionistas historiadores oligárquicos los que se creen pomposa y petulantemente "dueños de la verdad absoluta sobre Guayaquil"  a los que se les debe preguntar cómo va a estar el clima el día de mañana, de qué  color serán las nubes el próximo Miércoles, porque son "guayaquileños iluminados y luminosos" vinculados a la banca , a la famosa aristocracia financiera, porque la aristocracia que tienen es la del billete, y que son apologistas del gran capital monopólico y de la plutocracia. Intelectuales orgánicos de la burguesía agroexportadora.
  Los que más daño le han hecho al pueblo de Guayaquil son esos potentados que provocaron tú sabes de qué modo el desastre bancario de la década de los noventa del pasado siglo. Ellos hasta fueron respaldados por la alta nomenclatura de esta ciudad.  Acuérdate de esa famosa marcha por la av. 9 de Octubre. La forma  como ellos perjudicaron a Guayaquil y al Ecuador fue espantosa. Su chistecito costó ocho mil millones de dólares. Eso dejó al pobre país en soletas. Por eso perdimos nuestra moneda nacional, el sucre, y  se adoptó el dólar.  Esa "hazaña" fue la causa de que  centenares de miles de humildes compatriotas huyeran  de la miseria provocada por esa argolla oligárquica y financiera en este país, viajando a España a ganarse la vida  honrada y sacrificadamente hasta limpiando escusados. Mandando desde allá divisas que han sostenido a la dolarización. El heroismo de esta gente semiproletaria, sobre todo del austro, víctimas de este sistema, tiene todas las características de una trágica gesta producida  por los que ya asoman aquí como "innombrables".  Ellos han hecho más por este país y por su economía  que un millón de señoritos como éste juntos.
 Este señor que es experto en economía oligárquica sobre este asunto ha de tener bien cerrada la boquita. Quiero ver qué dice de los banqueros mañosos autores de este descalabro que están prófugos de la justicia... "Guayaquileños" de la élite mandona. A ver qué dice pues, cómo los disculpa, cómo los justifica. Nunca les habrá sugerido que se vayan, estoy seguro. Imposible,  cómo va a cometer ese sacrilegio? Pero como yo no soy un paniaguado al servicio de los nefastos intereses oligárquicos, si le digo que  él quiere erigirse en  venerable gurú de una historia apologética pensada en beneficio de los dueños del statuo quo. "La historia según los magnates". Ya recibirá condecoraciones de las Cámaras. Pintoresco panorama.
 Manifiesta que a un compatriota que desde USA le enviaba emails criticando el "american way of life" le dijo que  porqué no se va de ese país. E insinúa que debo irme de esta ciudad. Porqué no se va él a los USA  ya que tanto ama a yanquilandia? El debe amar a los USA de los Bush y de los Rockefeller, no al de Walt Withman ni al de Hemingway, ni siquiera al de Sean Penn, Jéssica Lange , Angela Davis, Susan Sarandon, que son personajes críticos, que  como algunos de nosotros acá, han postulado una sociedad diferente, sin tanta inequidad como la que este "atrasapueblo" defiende apasionadamente, con su  cara de "bancoenquiebra". El destino de él ha sido el de glorificar a la burguesía.
 Yo tengo todo el derecho y el orgullo de vivir hasta que me de la gana en esta ciudad querida, con cuyo pueblo aguantador y sufrido, víctima de la explotación inmisericorde a la que estos burgueses lo someten en sus fábricas y empresas (en algunas de las cuales –ojalá hayan sido pocas-  se sabe que ha existido la doble contabilidad para perjudicarlos en sus utilidades) he sido solidario desde los cada vez más lejanos años de mi adolescencia, cuando tuve el honor  de caminar varias veces por sus evocadoras calles platicando con el inolvidable camarada Enrique Gil Gilbert, un guayaquileño memorable cuya amistad me marcó el espíritu noblemente. El fue uno de mis grandes maestros. De vivir aún,  al conocer los argumentos inconsistentes de esta minoría poderosa,  soltaría esa sana  risa suya,  fraternal y revolucionaria, de la que habló Pablo Neruda.
 El me daba la bienvenida a su casa en Las Peñas casi todas las tardes en el verano del 68, cuando nos dictó un largo seminario de materialismo histórico. La última vez que lo vi fue en el Hotel Habana Libre, cuando, tomando un jugo, hablamos, por primera vez, de literatura.
  No era un guayaquileño de la escuela de los tartufos que utilizan el nombre de Guayaquil para defender a los que explotan al pueblo de Guayaquil. El era un luchador por la causa de la justicia social y el socialismo. Yo sigo siendo fiel hasta esta edad a esa causa gloriosa, libre de tergiversaciones totalitarias leninistas. No me he torcido ni me he vendido como algunos. Cada vez más me siento,  me pienso y asumo  a mi mismo como un símbolo de esos años en que  tuvimos esos sueños revolucionarios de libertad y justicia. Y no va a ser un mentecato  el que me va a decir donde tengo que vivir. A dónde se imagina él que hemos llegado? Es que él se siente como un dueño de casa. Cree que soy un inquilino suyo. Tendré  que decirle:. Qué  pasó, pues, cholito!  quién se figura que Ud. Es? Y por lo visto no sabe con quién está hablando. Ud. A mi no me va a asustar con su presencia de sacristán famélico ni con las blasfemias anti-ecuatorianas de su séquito….ocurrencias de esta gente prepotente y sobrevalorada!
 Esta clase de gente cree, en su fatuidad,  que el mundo gira alrededor de ellos y que ellos son "la sal de la tierra". En cada país del llamado "tercer mundo" existen estos pseudo pontífices que defienden el pasado al que quieren edulcorarlo para impulsar el mantenimiento y  la vigencia de estructuras socioeconómicas oprobiosas que aún se sostienen...pero ya vendrá el gran soplo furioso de la historia, el apocalipsis proletario cuando se haga realidad la sentencia de Adolfo Simonns: "El Ecuador necesita cien entierros de primera clase". Que conste que fue Simonns quien lo dijo. Ya me ha de echar la culpa a mí. A Carlos Julio Arosemena Monroy le oí decir varias veces lo mismo.
 Esta gente como que ha patentado el nombre de Guayaquil. Son  como los propietarios de ella. Estar de acuerdo con Joaquín Gallegos Lara, según esta filosofía, es ser enemigo de Guayaquil. Estar de acuerdo con lo que dice Benites Vinueza es ser  enemigo de Guayaquil.  Estar de acuerdo con cosas que  escribió Enrique Gil Gilbert es ser enemigo de Guayaquil.  Estar de acuerdo con Angel F. Rojas es ser enemigo de Guayaquil. Amar a Guayaquil es, entonces,  apoyar incondicionalmente  a la oligarquía, a los banqueros mañosos, a Bush.
Estar de acuerdo con lo que en LA NOVELA ECUATORIANA  Angel F. Rojas dijo de Olmedo es ser enemigo de Guayaquil. Esta peregrina manera de pensar es propia de un  segmento social poderoso y decadente que  se va quedando sin argumentos  frente al transcurso de la historia. Por eso  quieren imponer normas fanáticas con sus estribillos. Es  como el establecimiento de una nueva inquisición. Tras el  nombre de Guayaquil a la que simulan amar y defender, ocultan  sus intereses egoístas, mercantiles que es lo que de veras les  interesa, sus negocios, su dominio político que se bate en retroceso. Entonces la guayaquileñidad no es más que una coartada torpe  de esta gente. Es el lobo feroz disfrazado de Caperucita Roja. Tras el rostro de este Guayaquil deshumanizado, pomposo, alienado, regionalista, separatista que estos pintan, este Guayaquil dividido en castas que  quieren conservar su decadente predominio  está la oligarquía que quema sus cartuchos  para tratar de eternizarse. Pero es una clase social que perdió el tren  de la historia y que, ilúsamente, quiere convencernos con charadas y  charlatanerías patrioteras cantonales porque no tienen una visión de país.
 La guayaquileñidad para ellos es una coartada para defender sus  intereses privados. Creen que el pueblo de Guayaquil, al que han explotado y despreciado siempre, va  a seguir siendo ingenuo toda la  vida y que lo van a seguir  convenciendo y manipulando con sus ridículas "envolvencias"  estos personajes que en realidad  admiran y veneran a Disneylandia.  En su mitología el tío rico del Pato Donald es su verdadero símbolo secreto inconfesado.  Ajenos a la cotidianidad dolorosa del pueblo guayaquileño, en su mayoría  semiproletario y marginal, en sus lujosas oficinas y mansiones elucubran sus fantasías teóricas  deschavetadas y se autosublimizan. Perdido el contacto con la realidad de un proceso histórico que sigue su marcha, trazan  imaginarios  incongruentes, metafísicos, y creen que la realidad social es como ellos quieren verla, como ellos necesitan verla para autojustificarse.
Viven sumergidos  en un eterno aquelarre y anatemizan a quienes,  con los pies en la tierra, y ubicados en otro contexto, piensan diferente y los refutan y desafían en nombre de la  justicia social, que, para ellos, es la palabra maldita. Desacralizar a sus íconos es un pecado y  significa ser enemigos de Guayaquil, de ese Guayaquil que no existe sino en su delirio.  El pueblo de Guayaquil diariamente se enfrenta a la pobreza y a la miseria  pero eso no les importa. Guayaquil no son sino ellos que forman  como una secta empeñada en falsificar, distorsionar, tergiversar la historia. Carentes de trascendencia en el presente, para ellos es vital encontrar heroismo y grandeza en el pasado. Por eso hablan de gestas oligárquicas  gloriosas que no existieron, de hazañas memorables de los grandes gamonales  decimonónicos que se derrumban ante la primera crítica.  Total, la historia  del país no es sino la del desarrollo de la inequidad.  Y viven  glorificando el proceso de concentración de la riqueza en pocas manos, de la acumulación monetaria. Hablarles del libro de  Agustín Cueva, EL PROCESO DE DOMINACION POLITICA, o de la novela de Gallegos Lara: LAS CRUCES SOBRE EL AGUA, o del ensayo de Patricio Ycaza.  HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO  es como echarle al vampiro agua bendita.
 Enemigos tapiñados de la unidad nacional, se refugian en su evangelio satánico regionalista y se desesperan al comprobar que no son más que ridículos predicadores cantonales sin eco. Pero insistirán en su causa anti-pueblo y pretenderán  seguir escondiéndose detrás del nombre sagrado y amado de Guayaquil.
 Saben que su causa está perdida y eso los hace histéricos y peligrosos.
 Su casta ha hecho mucho daño a través del tiempo. Y esa es una realidad  de la que el pueblo va tomando conciencia...ese pueblo  al que desde lo profundo de su corazón… detestan. Hay millones de ejemplos para confirmarlo. Masacres, cuántas devaluaciones, etc, etc, etc. Para qué  llover sobre mojado? Aunque algún amigo me dirá: "de todos modos es bueno seguir echando agua". Y tendremos que continuar haciéndolo porque no vamos a quedar como pintados en la pared frente a estos afrentosos que creen que nos intimidan porque representan y hablan a nombre del gran poder económico.
  La oligarquía de Guayaquil ha sido una fuerza nefasta, como todas las  oligarquías, a través de la historia. Siempre ha puesto sus negocios y sus intereses lucrativos por encima del bien general.  Hay reseñas de cómo los comerciantes de esta ciudad se opusieron, antaño, a “que se abra un camino que una a Quito con Esmeraldas, por temor a perder el control del comercio exterior que en su totalidad se realiza por el puerto de Guayaquil”, según lo consigna Oswaldo Hurtado en EL PODER POLITICO Pag. 64, 4º edición.
Lo mismo dice monseñor Federico González Suárez (tomo 53: Clásicos Ariel, Pag. 75.): hicieron lo que pudieron para sabotear la construcción de un camino de Quito hacia Bahía de Caráquez. Ahí cuenta el asunto con lujo de detalles y dice: “Las invasiones de los corsarios y las gestiones apasionadas de los comerciantes de Guayaquil, a cuyos intereses era perjudicial la existencia del nuevo camino, fueron parte, al fin, para que los virreyes dieran órdenes sobre órdenes mandando que el camino se abandonara, y que el comercio se hiciera solamente por Guayaquil”.
Y tú mismo,  mi querido e ilustrado Rodolfo, en la biografía de Jorge Chiriboga Guerrero mencionas este sostenido hecho. Velasco Ibarra no quiso firmar el decreto para que se construya el gran puerto de Esmeraldas, dices tú: “obedeciendo a egoísmos absurdos de la oligarquía de Guayaquil que creía que Esmeraldas representaba un peligro para sus intereses…”. Esto fue en 1960. Serás “enemigo de Guayaquil” por eso?
Y Marcel Pérez estupiñán señala otro capítulo de esta historia en la pag. 21 de su libro… “El príncipe de Esquilache, Virrey del Perú, se opuso a la construcción  de un camino hasta la Bahía de San Mateo... “Los comerciantes de Guayaquil veían con temor la apertura de un puerto y de una vía permanente a la capital, pues conocían que por la distancia a Panamá esta ruta sería la preferida por los quiteños…la absurda y egoísta posición hizo fracasar las acciones emprendidas…”.
Incluso el sabio riobambeño Pedro Vicente Maldonado tuvo el mismo propósito y  logró  dar pasos en esa dirección, pero  el miedo que le tenían  al contrabando  las autoridades coloniales hizo esta vez fracasar el proyecto. Gonzáles Suárez dice:  (Tomo 67 Clásicos Ariel, pag 135):  “La obra de establecer un puerto in mediatamente sobre el Pacífico y abrir un camino que facilitara el comercio, dando vida a las provincias de Esmeraldas e Imbabura, ha sido, pues, el anhelo constante de los ecuatorianos en tiempo de la colonia y en tiempo de la República: se realizará algún día este como sueño dorado de nuestros compatriotas”?”.
Un atentado contra Guayaquil el progreso de otras regiones del Ecuador? Eso, al parecer, es lo que se ha sostenido, varias veces, en el transcurso del tiempo. Conductas como estas no son, pues, edificantes.
Tuve la oportunidad de tratar a un importante personaje guayaquileño  en sus últimos tiempos.. Quienes lo visitaban en su oficina en el Edificio PANORAMA son testigos de la deferencia con la que siempre me trató. A pesar de su recio temperamento, era un hombre que mostraba con sus amigos una exquisita cordialidad. Siempre hablamos con franqueza y respeto y su oficina estuvo absolutamente abierta para mi, pese a que teníamos diferentes ideologías. Pero en é l  predominó, en su trato hacia mi por lo menos, su calidad humana. No era un fanático regionalista de poca monta ni comulgó con solapadas tendencias separatistas. Tenía sentido común. Era amplio de criterio.  Había llegado a la etapa de la serenidad. Era muy agradable platicar con él y por eso me  gustaba ir a visitarlo. Me apoyó abiertamente cuando fui candidato a Presidente de la Casa de la Cultura. Hizo llamadas telefónicas a algunos miembros de esa entidad  que eran sus amigos para conseguirme otos. Aún viven algunos de los que recibieron esas llamadas...no es verdad Monserrat...? No es cierto Ec. Orellana? Lo echo de menos. Fue, pese a la diferencia de edad, el mejor amigo que he tenido en esta ciudad. El se llamaba Jaime Nebot Velasco.
 Como buenos amigos que fuimos (yo sigo siéndolo, porque la amistad no desaparece), nos tuteábamos y yo, a veces, me permitía tratarlo,  siempre con cariño, de “niño Jaimito”, otras, como “el viejo Nebot”. La primera vez que se lo dije en su oficina, delante de varios amigos, me reclamó: “A quién le dices el viejo Nebot”. Desde mi silleta, algo asustado, le dije: “A ti pues”. El meditó  unos segundos y me respondió: “Y porqué  me dices “el viejo Nebot?”. Yo, tratando de “salvar mi vida”, me arriesgué  y le contesté: “Porque eso es lo que tú  eres pues”. Meditó otro instante y me dijo, suavemente, claudicando por el afecto que me tenía: “Pero no esta bien que me digas “el viejo Nebot”. Y yo, ya convaleciente del susto, le respondí: “Y entonces cómo quieres que te diga”. De un modo afable, misericordioso, me aclaró. “Deberías decirme “el joven Jaimito”. Asi salió adelante la amistad y para festejar mi ocurrencia mandó  a traer otra botella de wiski. Después aceptó  volver a escuchar en su antiguo tocadiscos (me arrepiento de no haberle pedido que me lo regale, porque me lo hubiera dado…era una reliquia) una canción de Serrat, de un long play que yo le presté  y que permaneció  meses en su oficina y que era como un himno que sonaba siempre  el último viernes de cada mes:  “Una mujer desnuda y en lo oscuro” (me parece que la letra es de Mario Benedeti)…”de modo que si ocurre un apagón o una noche sin luna, es conveniente y hasta imprescindible tener a mano a una mujer desnuda”.
Gente como él, como Enrique Gil Gilbert,  Resfa Parducci,  Guillermo Cubillo Renella, Pedro Saad, Rosendo Arosemena Elizalde, Lila Alvarez, Leopoldo Benites, Abel Romeo Castillo, Julio Estrada, me enseñaron un rostro de Guayaquil que este señorito  no conoce... El de un pueblo oprimido pero generoso. Humillado pero altivo. Pobre pero luchador y optimista. Así son todos los pueblos de la tierra. Así es el ser humano, en cualquier parte de este planeta, así es el proletariado del mundo entero, como con tanta justeza lo dijo ese espíritu universal que fue el gran Máximo Gorky.
 Un día este señorito pretencioso llegó  a visitar a Carlos Julio Arosemena (yo guardo varias cartas, fotos tomadas en mi casa  y autógrafos suyos y de su hermana María Laura que fue muy amiga mía. Una vez le mandé una, de cinco páginas, vía fax,  escrita a mano, a su respetable hija Pamela Andrade de Solórzano, esposa de ese excelente caballero que es Don Carlos Solórzano Constantine), el ex-presidente, quien calificó a Quito, en su discurso en la convención nacional de su Partido, como LA TRADICIONAL CIUDAD DEL ACENDRADO Y PURO LINAJE HISTORICO.
Quito, ciudad hermana,  que tanto apoyó  a Guayaquil cuando la quemaban en su andadura los indios chonos, y los contados sobrevivientes iban a Quito a pedir ayuda y refuerzos para regresar a -re- establecerla. Volvían los chonos a incendiarla y a atacarla y a matar a los fundadores españoles, y volvían los sobrevivientes a ir a Quito, para recibir ayuda y apoyo, para regresar de nuevo a crearla. Y ahí estaba presta la ayuda del cabildo quiteño, creado por mi decimoséptimo abuelo, Sebastián de Benalcázar, que la fundó (a Guayaquil) en Riobamba, con Almagro, y que fue quien la trasladó a la costa. Vale que sepa este  historiógrafo burgués que desciendo de cuatro conquistadores españoles, fundadores de Quito y de Guayaquil:  Diego de Sandoval, Juan de Londoño, Benalcázar, que en esta región fue el jefe de jefes, y de Vargas de Guzmán, por las ramas de Freire de Andrade y Lasso de la Vega... . Lo que digo no es noticia pues está documentado por Robles Chambers, Cristóbal de Gangotena y Jijón y Fernando Jurado Noboa desde tiempo atrás.
 Te saludo con el afecto de siempre, mi querido Rodolfo, guayaquileño ilustre que me has honrado por décadas con tu amistad. Te agradezco todo lo que me has enseñado. Sin tu información ni me habría enterado de estas aseveraciones tan groseras de este señor al que toda la vida le he tenido un gran respeto, que no ha sido correspondido. Allá   él. Yo no soy descortés con las personas que tienen una manera de pensar distinta a la mía. Una discusión que debe ser de altura él la ha contaminado con su exabrupto. Así es el fanatismo devorador de espíritus. Que Alá el misericordioso nos libre de estas torpezas. Te agradezco tu apoyo manifestado en varias ocasiones, sobre todo en mis campañas siempre perdidas en la lúgubre y sepulcral Casa de la Cultura. Nunca olvidaré que siempre estuviste a mi lado y que hasta hemos compartido enemigos comunes. Por una década tu antigua oficina de la calle Boyacá fue  lugar para un semanal  peregrinaje de amistad.
Recuerdo que cuando te llevaba cartas y textos para que firmes, documentos del viejo CIRCULO CULTURAL DR.PIO JARAMILLO ALVARADO  jamás los leías y simplemente los firmabas. Y debes recordar cuando llegué a tu oficina con una hoja de papel en blanco, con la firma de Jorge Zavala Baquerizo en el centro. Y te dije: "da escribiendo arriba que es en apoyo a mi candidatura". Gente como la que he citado y como tú, han contribuido a hacer crecer en mi corazón el amor por esta ciudad, digna, como todo el país, como todo el planeta, de mejor suerte. No es así, mi querido tovarish?
Tú  eres uno de los ocho ganadores del Premio Nacional de Cultura “Eugenio Espejo” que  han honrado mi casa, visitándome. No voy a enumerarlos. Tres de ellos, Parra, “el chaval” y “Quili” ya fallecieron.
Esto que he escrito no ha sido ni con la más mínima  intención de ponerme a debatir con este  señor.  No. Nunca jamás me volveré a referir a él y por eso aquí ni lo nombro siquiera. Que quede como una entelequia. Al fin, él es solo un empresario que escribe adefesios, defendiendo esos intereses antipopulares (en realidad, ellos son el anti Guayaquil por excelencia, el anti-pueblo y el anti-Ecuador),  mientras que yo soy un poeta y un intelectual de tendencia eco-socialista, que, como decía Benjamín Carrión: "No soy historiador, soy un lector de la  historia". Si he escrito esta reflexión  solo ha sido para explicar y justificar mi vida y mi presencia en esta ciudad, y para que la conozcan mis amigos, en todo el Ecuador, divulgando estas tesis. Sé  que mucha gente me va a felicitar por este documento. Lo he escrito viviendo aquí, en mi casa, en Guayaquil,  Ecuador, yo, que soy un “quiteño de Loja”. Al fin, este país debió  de llamarse Quito, como fue conocido siempre, y dejó  de llamarse así por la oposición de  los representantes de la oligarquía (“el gran cacao” como fue denominada luego) de Guayaquil en la  Primera Constituyente. Por eso se llamó  (perdiendo esa identidad histórica) Ecuador, un nombre que no significaba nada, y que ha hecho creer a gente mal informada del hemisferio norte que está ubicado en el África.
Afectuosamente,
 CARLOS LASSO CUEVA

martes, 17 de diciembre de 2019

EL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922. CRUCES SOBRE EL AGUA. L OGAZ A.

  • Español

Tomado de la red ALAI: AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO.

El 15 de noviembre de 1922. Cruces sobre el agua

POR LEONARDO OGAZ  A.
Opinión
12/11/2010
Esta fecha conocida como el bautizo de sangre de la clase obrera ecuatoriana da cuenta de una gran huelga obrera que culminó con la masacre por parte del ejército de más de mil personas cuyos cuerpos fueron botados a la ría de Guayaquil, este episodio va a ser novelado por el escritor Joaquín Gallegos Lara en el libro "Cruces Sobre el Agua",  el acontecimiento adquiere una enorme significación en la vida política y social del país, significación que pretende ser olvidada.
Existe un cierto tipo de interpretación sobre los acontecimientos  del  15 de noviembre, que pretende ocultar su real significación y reducirla a una heroica acción por el progreso y la reivindicación por sí misma. Este tipo de interpretación que podríamos denominar “progresista”, olvida una cuestión que es parte sustancial de la historia, que son las posibilidades y la tendencia que encierran los hechos y que escapa a los programas y las reivindicaciones que se plantearon, e incluso, algunas veces a la conciencia de los protagonistas. Esta incapacidad de observar los hechos en su trascendencia real, porque lo real no es sólo lo dado, sino también su contenido y proyección, se debe a la pretensión de cuadrar la historia en una vía puramente evolutiva prurito ideologizante que encuentra un auxiliar propicio en el empirismo, en el culto al dato.
A su vez otra tendencia interpretativa que es la cara opuesta del  evolucionismo reformista, es el voluntarismo ultraizquierdista, que intenta reemplazar la realidad por los deseos y en cuya imagen todo se traduce a la falta de una conciencia lúcida.
Los unos restan trascendencia al hecho basados en un determinismo mecanicista: el país era demasiado atrasado para que las reivindicaciones del 15 de noviembre, pudieran  expresar algo más de lo que fue. De acuerdo con esta idea, resulta ser  que los hechos se configuran como un adelanto anómalo de la historia. Los otros, sin tomar en cuenta las condiciones reales de la formación social, caen en la absolutización de uno de los factores de la esfera política.
Tanto una concepción como la otra, basan su interpretación en verdades parciales y unilaterales. Una visión que trate de aproximarse a la realidad, debe tomar en cuenta la totalidad en el marco de un análisis concreto.
Para nosotros, la auténtica significación de los hechos está dada por la enorme demostración del proletariado de Guayaquil, de articular a su alrededor a una serie de capas oprimidas y explotadas, como una nueva fuerza que se muestra en todo su poder, es decir, la aparición de las masas organizadas en la escena social en tanto expresión de un poder alternativo.
La visión del evolucionismo reformista pretende negar esto sobrevalorando el rol de los artesanos, que, sin duda, juegan un papel importante, pero no el decisivo. Una mirada un poco más aguda nos muestra la conformación de un bloque obrero y popular.
El inicio de las jornadas de noviembre, tuvo su comienzo en octubre  con  la  presentación de un pliego de peticiones de los trabajadores ferroviarios ante la empresa norteamericana que operaba los ferrocarriles, es decir, el conflicto comienza en el área capitalista de la formación social, en la ciudad en donde este tipo de desarrollo era el más avanzado. La lucha es combativa y triunfa, entre otras cosas, porque concita un gran apoyo popular, donde juegan un papel destacado las mujeres, los jóvenes y los niños. Las organizaciones obreras, populares y gremiales se suman solidariamente a la huelga y ven en la acción de los ferroviarios un acicate para sus propias luchas.
¿Hacia dónde se extiende el conflicto? Hacia los trabajadores de la empresa eléctrica y de carros urbanos, los gasfiteros. Los ferroviarios retribuyen el apoyo que se les ha brindado, los tipógrafos, trabajadores del astillero, es decir la totalidad de la clase obrera del puerto. Dirige la organización de las luchas la F.T.R.E. (Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana), organización obrera con una gran influencia anarquista. No podemos dejar de señalar el papel destacado que jugaron los anarquistas en los hechos, la conciencia clasista y la orientación política inicial que tuvo la huelga.
Es, entonces, la clase obrera la que se constituye en el eje social de la movilización dotándola de sus perfiles característicos: unidad, organización, solidaridad, conciencia de clase, etc. Se conforman guardias obreras, el Comité de la Huelga General, “el Soviet en Guayaquil, ejercido por obreros", asume el control de la ciudad, es decir, huelga general y el surgimiento claro de un poder obrero alternativo.
El G.A.T. (Gran Asamblea de Trabajadores) dirige la huelga y cuando ésta se extiende y termina por paralizar toda la ciudad, toma las decisiones fundamentales de la vida de la misma, incluso el Gobernador de Guayaquil solicita autorización para transitar en automóvil  por  las calles de la ciudad; se determina qué sectores y a qué horas podían tener luz eléctrica, etc.
Si se analiza el programa de la huelga, el eje lo constituyen las reivindicaciones obreras: alza de salarios, respeto a la jornada de ocho horas, reingreso de los despedidos, lo que se amplía después a una lucha más general contra el hambre y la miseria, contra el conjunto de los capitalistas y el gobierno.
Lo relevante, lo histórico, lo que puede estar preñado de futuro, es el surgimiento en la lucha y al calor de ella de un poder autónomo de los trabajadores, unido a formas democráticas avanzadas en su organización. Merece un estudio más profundo el proceso de toma de conciencia y organización democrática que asumió la estructuración del movimiento de los trabajadores alrededor de las jornadas del 15 de Noviembre.
Que un sector de la burguesía, la importadora, haya utilizado la huelga en favor de sus intereses y el movimiento obrero popular se haya dejado atrapar en esta alianza indica,  por
cierto, debilidades de dirección y en su nivel de conciencia, ya que se desplazó la lucha desde reivindicaciones obreras y populares a intereses de una fracción burguesa que se presentaron como conquistas generales de la sociedad.       
Esto puede explicarse, más o menos de la siguiente forma: cuando se constituye la Gran Asamblea de Trabajadores, su núcleo de dirección y las organizaciones que adhieren a él son los destacamentos más organizados y conscientes, pero el proceso de extensión y expansión de la huelga, hace que se vayan integrando otros sectores menos conscientes y  más indiferenciados y esto sobrepasa a la dirección de la huelga.
Una enorme masa que despierta a los anhelos de justicia social, pero que carece de niveles más elevados de comprensión de la situación hace que la dirigencia inicial sea desplazada, y las organizaciones más conscientes diluyan su fuerza en el conjunto. Ese desplazamiento deja el campo libre para que las ideas más o menos extrañas de los abogados representantes de los importadores encontraran un terreno propicio.
La crisis económica de la época, por la caída de los precios del cacao, es lo que está en el trasfondo del estallido y hace que éste se generalice rápidamente por la ciudad y asuma caracteres de una alta combatividad.
Casi todos los historiadores coinciden en que una de las causas del fracaso del movimiento obedece en lo esencial, a que queda reducido a Guayaquil, donde es fácilmente cercado, aislado y derrotado, pero este factor tiene que ver con la débil integración nacional. Aquí vemos operar, en este caso, el desarrollo desigual como una limitante de las luchas obreras, y ésta no es tanto una limitación política como estructural. El movimiento indígena se encontraba en otros procesos y no tenía mayores puntos de contacto con el movimiento de los trabajadores de la ciudad de Guayaquil.
Reconocer  esto es bastante diferente a su utilización ideológica para  restar  importancia  a la potencialidad de la lucha obrera y popular que marcó profundamente la historia del país en las siguientes décadas.
Ahora, a pesar de la derrota y el período de reflujo consiguiente en que queda el movimiento de los trabajadores, el cual se manifiesta en la desorganización y dispersión, tanto de su dirección como de las organizaciones pilares, los hechos van a tener sus repercusiones y van a causar una trizadura en la dominación del poder oligárquico. En efecto, los gobiernos de estabilidad plutocrática tienen los días contados. La llamada Revolución Juliana, del 9 de julio de 1925, será una consecuencia directa de las luchas del 15 de noviembre, constituyéndose en una respuesta reformista a la crisis que se mantenía. Si el 15 de noviembre fue la respuesta de la clase obrera a la súper-explotación del capital, el 25 de julio se constituirá en la respuesta reformista burguesa a la crisis estructural y política en que se debatía el país. La fundación del Partido Socialista en 1926 y la expedición más tarde, en 1938, del Código del Trabajo pueden ser consideradas también como consecuencias de esta jornada de lucha obrera popular.


https://www.alainet.org/es/active/42226


Ecuador: La Huelga General del 15 de noviembre de 1922


POR LEONARDO OGAZ  A.
Análisis
13/11/2018
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Tomado de la red ALAI: AMERICA LATINA EN MOVIMIENTO.

Este acontecimiento en que una huelga general de trabajadores termina siendo aplastada por una masacre, es necesario entenderlo como un episodio de la confrontación entre clases antagónicas, en donde queda de manifiesto que el papel esencial del Estado y su ejército es la defensa de los intereses de la clase empresarial.

Desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX se fue formando en Guayaquil una clase trabajadora en la manera y la forma en que se ha formado la clase trabajadora en los países dependientes y semicoloniales desde las pequeñas industrias, talleres, artesanías, astilleros, comercios y servicios, estos trabajadores se fueron organizando y adquiriendo un nivel de organización y conciencia de clase elemental y defensivo al comienzo y relativamente avanzado y clasista después. Los sectores más avanzados de ese proletariado hicieron suya una ideología política, el anarquismo, que en mayor o menor medida orientó los procesos de lucha y organización obrera.

La primera guerra mundial y las plagas en las plantaciones de cacao agudizaron una crisis estructural en la formación social ecuatoriana que tenía un muy bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, esos dos hechos afectaron la producción de cacao principal producto de exportación del Ecuador a la época, mermando a grado extremo las condiciones de la vida popular. Las clases dominantes además hicieron recaer el costo mayor de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y capas pobres de la ciudad de Guayaquil. Las formas opresivas y explotadoras de las clases dominantes se enfrentaron a la organización y conciencia clasista de los trabajadores que los llevaron a organizar huelgas en defensa de sus más elementales derechos. “Había hambre, había deseo de más consideración y se querían ver respetadas las leyes del país”, dice Carlos Puig Vilazar. (1)

El triunfo de la huelga de ferrocarriles (del 18 de octubre al 26 de octubre) alentó una protesta masiva que se transformó en una huelga general en la ciudad de Guayaquil. Las reivindicaciones más importantes eran la jornada laboral de 8 horas y el aumento de salarios. Es decir se trataba de terminar con la sobreexplotación de la plusvalía absoluta para pasar a un régimen de explotación con plusvalía relativa. Lo más importante de los sucesos está dado por el proceso de organización y lucha que dieron como fruto la constitución de una central clasista independiente la FTRE (Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana) y como corolario de este hecho un organismo de poder popular que dirigió la huelga que fue el GAT, la Gran Asamblea de Trabajadores. Esto es lo que hace que el 15 de noviembre sea un hecho del pasado cargado de futuro, puesto que las formas de democracia obrera al interior de la gran asamblea, más las formas de ejercer el poder en una ciudad que quedó de hecho bajo su control son los embriones de un proyecto de Democracia Socialista como posible horizonte de futuro.

En su libro Patricio Martínez J. nos relata un episodio que es revelador del grado de movilización, conciencia de clase y poder popular de los trabajadores y que reproduzco aquí:

Al siguiente día, 9 de noviembre, a primeras horas de la mañana, la Policía y el Ejército ocuparon la planta eléctrica de la ciudad,…obligando a la continuación del trabajo. De inmediato se presentaron los dirigentes de la FTRE y de la Asociación Gremial del Astillero…y encabezaron una protesta en medio de la calle, iniciándose un tenso diálogo a gritos con los oficiales de Zapadores N•2 Montufar, durante el cual los obreros portaron y agitaron como símbolo movilizador banderas nacionales en las que habían reemplazado los gallardetes por grandes panes incrustados en las puntas de las astas. Al poco rato concurrió el Intendente de Policía, quien dirigió un mensaje conciliador y pidió y obtuvo de los huelguistas la promesa de suministrar energía eléctrica a la ciudad exclusivamente para el alumbrado público de la siguiente noche, quedando aceptado tácitamente el corte de fluido eléctrico hacia los tranvías y hacia las casas y fábricas, tanto diurno como nocturno” (2).

Las principales influencias externas en este hecho histórico son el anarquismo que, como corriente obrera mundial, llega a Guayaquil, la Primera guerra mundial (1914-1918) que afecta seriamente la economía del Ecuador, la Revolución de Octubre (1917) cuyos ecos resonaron en la huelga general del 15 de noviembre y curiosamente un poco menos la Revolución Mexicana (1910-1917), quizás por el hecho de ser una revolución campesina y por el tradicional cerco que el poder mundial tiende sobre los países hermanos de América Latina y que hasta el día de hoy nos tiene aislados y separados.

Las repercusiones de esa gran huelga de trabajadores de Guayaquil son extraordinarias, ni más ni menos que se constituye en un antecedente del fin de la dominación plutocrática a través de la Revolución Juliana (julio de 1925) que fue un movimiento cívico militar que estalló 3 años después de la huelga general de Guayaquil y que tuvo un contenido progresista modernizador que contó con el respaldo de capas medias y sectores populares. Más tarde, nace el Partido Socialista (1926) como expresión política de los trabajadores y parte de los sectores medios, posteriormente nace la seguridad social en 1928, de una escisión del Partido Socialista, se oficializa el Partido Comunista en 1933, además se aprueba el primer Código del Trabajo en 1938. Además toda la organización sindical posterior al 15 de noviembre de 1922, tiene como pilar y referencia base la gran huelga de Guayaquil.

Notas

1) Puig Vilazar, Carlos, “Sacrificio de un Pueblo 15 de Noviembre de 1922”. Pág. 17. Colección Movimiento obrero ecuatoriano N.2. 1983. Litografía e imprenta de la Universidad de Guayaquil. Carlos Puig fue un abogado que representó a los trabajadores en la Huelga ferroviaria y en la Huelga General.

2) Martinez J. Patricio, “Guayaquil Noviembre de 1922. Política Oligárquica e Insurrección Popular”. CEDIS. Quito-Ecuador, 1988. Pag. 66.




https://www.alainet.org/es/articulo/196496


Ecuador: la huelga del 15 de noviembre de 1922


POR JUAN PAZ Y MIÑO

ARTICULO TOMADO DE LA RED ALAI. AMERICA LATINA EM MOVIMIENTO.
Análisis
16/11/2018
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En América Latina hay una larga tradición de lucha de los trabajadores por conquistar derechos laborales, mantenerlos o ampliarlos. En ese camino, la imposición del capital sobre el trabajo no ha dudado en desatar represiones contra el movimiento obrero, a fin de sujetarlo y dominarlo.  En la historia regional se han registrado, asimismo, episodios de lucha y desgracia que dejaron su marca en las conciencias colectivas. En cada país  ha habido escenarios de violencia y muerte contra las aspiraciones justas de los trabajadores.

El grupo Quilapayún en su “Cantata de Santa María de Iquique” (1970), recoge uno de los episodios más dolorosos acaecidos en Chile, el 21 de diciembre de 1907, cuando fueron asesinados centenares de obreros del salitre que demandaban mejoras salariales, así como otros reclamos laborales.

En Ecuador se suscitó un episodio igualmente sangriento, el 15 de noviembre de 1922. Para ubicar el contexto de ese hecho, vale señalar que el proceso de la acumulación originaria que abordó Marx en forma global y casi concentrada en Inglaterra naturalmente, no ha sido el mismo acaecido en América Latina -en forma específica- y menos aún en Ecuador, de modo que ese "vacío" solo puede ser llenado con investigaciones históricas concretas.

A grandes rasgos, la colonia no disoció en Ecuador a poseedores de fuerza de trabajo libre y a capitalistas dueños de dinero y medios de producción. Luego de la independencia, durante la vida republicana decimonónica, tampoco tuvieron lugar procesos estructurales que condujeran a esa disociación, ya que sus alcances fueron muy relativos con la liberación de esclavos (1851), la abolición del tributo indígena (1857), la sustitución del diezmo (1890) o los decretos dictados por Eloy Alfaro para tratar de introducir el trabajo asalariado en las haciendas.

La vigencia del régimen oligárquico ecuatoriano impidió la industrialización efectiva del país y el surgimiento de un mercado libre de fuerza de trabajo, como precondiciones para el capitalismo. En realidad, con la Revolución Juliana (1925) se inició un largo período para la superación de ese régimen, definitivamente liquidado con la reforma agraria de 1964, que abolió las modalidades precarias de trabajo favoreciendo el inmediato mercado libre de fuerza de trabajo indígena y campesina.

En estricto rigor, el capitalismo ecuatoriano es tardío: sus inicios apenas son visibles a fines del siglo XIX e inicios del XX -cuando surgen las primeras manufacturas e industrias-, avanza a mediados de siglo durante el auge bananero (1950-1960/65) y definitivamente se consolida en las décadas "desarrollistas" de 1960 y 1970. A ese lento desarrollo capitalista lo acompañó el crecimiento y desarrollo de la clase trabajadora asalariada, base del movimiento obrero que recién emerge a fines del siglo XIX y, sobre todo, a inicios del  XX.

Cabe recordar el papel sindicalista que desempeñó el ciego cubano Miguel de Albuquerque, en la época radical-liberal, en respaldo a Eloy Alfaro, y cómo gracias a esa labor nació en Guayaquil la Confederación Obrera del Guayas (COG, 1905), la más importante organización de su tipo en los orígenes del movimiento. Años más tarde surgirían otras, entre las que merece destacarse la Sociedad Cosmopolita de Cacahueros "Tomás Briones", a cuya iniciativa se constituyó, en 1922, la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), que pronto desplazó a la COG en el liderazgo del movimiento obrero de Guayaquil.

En el mismo mes de octubre, la Asamblea de Trabajadores del Ferrocarril del Sur, en Durán, resolvió presentar al gerente, J.C. Dobbie, un pliego de peticiones cuyas demandas centrales fueron:

• que se respete la ley de 8 horas de jornada diaria y la de accidentes de trabajo. La jornada de 8 horas fue decretada en 1916 y la Ley sobre Accidentes de Trabajo en 1921;
• aumento de salarios: mientras la remuneración mensual de los trabajadores era de unos 30 sucres, el sueldo de los jefes era de por lo menos 250 dólares, en momentos en que el dólar llegaba hasta a 4 sucres;
• considerar la semana de trabajo de 6 días: hasta entonces, la semana laboral era de 7 días;
• estabilidad laboral: a fin de no separar a cualquier trabajador sin causa justificada;
• otras: suprimir descuentos de los sueldos de los trabajadores para el hospital, un nuevo cirujano, botiquines en Durán, Bucay y Ambato, restituir en el puesto a varios trabajadores despedidos.

Al no recibir respuesta, los ferrocarrileros iniciaron la huelga, respaldada por la FTRE, la COG y la Asociación Gremial del Astillero. En los siguientes días, aumentó la solidaridad de otros gremios de trabajadores. La alarma que produjo la paralización del ferrocarril en el país, forzó al gerente Dobbie a entrar en arreglos con los huelguistas. El 26 de octubre las partes suscribieron el Acta en que se aceptaban los planteamientos de los trabajadores.

El éxito de los ferrocarrileros de Durán dio pie a numerosas reivindicaciones laborales de los guayaquileños. El 8 de noviembre, los trabajadores de la Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica y de la Empresa de Carros Urbanos presentaron  sus demandas a los patronos.  El reclamo de los empleados, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos incluyó, en lo esencial:

• la ley de 8 horas, y pago de sobretiempos;
• aumento de salarios;
• estabilidad laboral;
• cumplimiento estricto de la Ley de Accidentes de Trabajo;
• planteamientos específicos: regulación del número de vueltas, permisos, pasajes, carros, responsabilidades de los conductores, calamidad doméstica y otras.

Los operarios de los carros de tracción a mula coincidieron en establecer turnos cada 12 horas, y cada 6 alternativas; pago de sobretiempos que excedan las 8 horas; cese de despidos; aumento de salarios; cumplimiento de la ley de seguro y accidentes. En los siguientes días, se sumaron a las huelgas los trabajadores del gas, verteros y conductores de carros urbanos, del taller de carrilanos, cascajeros, etc. Uno de los Manifiestos sostuvo: "Existe una ley que determina el tiempo de trabajo diario, en ocho horas como máximo, y, sin embargo, se nos obliga a trabajar 18 y 20 horas al día". El día 10 se sumaron a la huelga los trabajadores de las fábricas de Guayaquil. El 11, artesanos y constructores; el 13 los voceadores y nuevas fábricas; este día la FTRE declaró el paro general. El 14 Guayaquil fue una ciudad paralizada y sin luz.

El día 15 de noviembre, la gigantesca manifestación por las calles de Guayaquil fue reprimida a fuego abierto. Murieron centenares de obreros”.
Los trabajadores, el 15 de noviembre de 1922, expresaron el despertar de las reivindicaciones laborales en el Ecuador, justas, en un medio atrasado en los derechos laborales ya conquistados en otros países. Sin embargo, las reivindicaciones reclamadas fueron calificadas como "comunistas" y "excesivas". Y la matanza obrera de Guayaquil, de la que fuera responsable el gobierno de José Luis Tamayo (1920-1924), incluso fue justificada con el argumento de que se había disparado contra "saqueadores" y "delincuentes". Todo para esconder la responsabilidad compartida de los capitalistas de la época.

Naturalmente dicho episodio fue marginado en los relatos históricos hegemónicos, pero su memoria ha sido rescatada por los pocos historiadores del movimiento de los trabajadores ecuatorianos.  Retrata el poder que tuvo el régimen oligárquico y los inicios del capitalismo.  Las conquistas laborales, que finalmente se lograron en la Constitución de 1929 y en el Código del Trabajo de 1938, aunque garantizadas, no siempre han sido respetadas. Y hoy corren el riesgo de ser revertidas por la fuerza que han adquirido las propuestas de “flexibilidad” y “flexiseguridad” laborales, impulsadas por las elites empresariales más ricas e influyentes del país.

Quito, 15/noviembre/2018

Firmas Selectas de Prensa Latina

https://www.alainet.org/es/articulo/196595



15 de November de 2011

Quito y la masacre obrera de 1922 

(Tomado de El Comercio).

Entre las razones que tuvo la Revolución Juliana (1925) para afectar el poder económico de la ‘plutocracia’ bancaria de Guayaquil estuvo la masacre de trabajadores que ocurrió en esta ciudad, el 15 de noviembre de 1922. Ese escandaloso acontecimiento tuvo como antecedente el desarrollo del movimiento de los trabajadores y de los gremios artesanales en Guayaquil. A partir de octubre de 1922, varias asociaciones generalizaron sus reclamos frente a los patronos. Comenzaron los trabajadores del ferrocarril de Durán, que lograron ante el gerente J.C. Dobbie el aumento de salarios, respeto a la jornada laboral, estabilidad y otras tantas reivindicaciones. Su éxito motivó que otras asociaciones buscaran similares mejoras, pues de por medio estaba la ausencia de una serie de derechos y la explotación de la que eran víctimas los trabajadores de la ciudad-puerto por parte de una élite de ‘emprendedores’ y ‘patricios’, cuya riqueza contrastaba con la miserable condición de los trabajadores. 

Tanto la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE), como la Confederación Obrera del Guayas (COG) y la Asociación Gremial del Astillero iniciaron una huelga general que en sucesivos días fue respaldada por las múltiples organizaciones guayaquileñas: Empresa de Luz y Fuerza Eléctrica, Empresa de Carros Urbanos, motoristas y conductores de los tranvías eléctricos, operarios de los carros de tracción a mula, trabajadores del gas, verteros, taller de carrilanos, cascajeros, etc. 

El día 10 se sumaron a la huelga los trabajadores de las fábricas de Guayaquil; el 11, artesanos y constructores; el 13 los voceadores y nuevas fábricas. La FTRE declaró el paro general. El 14, Guayaquil era una ciudad paralizada y sin luz.

 El día 15 de noviembre, la gigantesca manifestación de trabajadores por las calles de la ciudad fue reprimida a fuego abierto. Murieron centenares de manifestantes. La Revolución Juliana, cuyo núcleo originario de jóvenes militares estuvo en el Regimiento Bolívar, en la ciudad de Quito, tomó conciencia de lo que había sucedido en Guayaquil y por ello tuvo razones sociales evidentes para reivindicar al “hombre proletario”. 

Apenas llegaron al poder, los julianos recibieron el amplio respaldo de los trabajadores y sectores populares guayaquileños y del país. Las políticas de los gobiernos julianos (1925-1931) fueron pioneras en institucionalizar la atención y el gasto social desde el Estado e impulsaron la primera reforma monetaria y financiera que antepuso el interés nacional frente a los bancos privados. Orientada por los criterios del industrial y comerciante quiteño Luis Napoleón Dillon, que pasó a ser el ideólogo de la revolución, la primera Junta fiscalizó a los bancos, sancionó al Comercial y Agrícola de Guayaquil y al Pichincha de Quito y se propuso crear un Banco Central Dicho banco solo se concretó en 1927 con la Misión Kemmerer, en el gobierno de Isidro Ayora. Desde luego, los ‘patricios’ y ‘emprendedores’ guayaquileños resistieron por todos los medios la creación del Banco Central, que afectaba a los privados.

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