LA VISION DE LOS “NOBLETONES” Y OLIGARCAS DE GUAYAQUIL SOBRE LA HISTORIA DE NUESTRO PAIS.
GUAYAQUIL 15 de Julio del 2011
Querido Rodolfo Pérez Pimentel.
Ya revisé lo que me contaste que dice el señorito en su periódico contra mi, aunque no me nombra pero si da "mis coordenadas"...este "príncipe" pudo haber sido menos descomedido porque no se trataba de nada personal. Esperaba más serenidad y altura de él. Pero esta gente nace y vive llena de soberbia, queriendo "deslumbrar con sus "pujos".
Cita los textos de historiadores locales que yo reproduje en mi artículo sobre la batalla del Pichincha y en mi libro sobre la HISTORIA DE GUAYAQUIL., la pelea no es conmigo sino con lo que han dicho ellos, incluso tú… que manifestaste que "todos los funcionarios del cabildo posterior al 9 de Octubre eran realistas".. . son cosas que aparecen en muchos libros de historia y que yo no hago más que citarlas. Tiene que desautorizar a esas fuentes, no a mí.
Oswaldo Hurtado dice la frase que está ahí, no yo, que "el 9 de Octubre fue obra de soldados del ejército español", de origen peruano y venezolano: Febres Cordero, que fue el dínamo, Letamendi, Urdaneta, el cacique Alvarez, el teniente (entonces) Damián Nájera, y muchos otros. Está en su libro EL PODER POLITICO.
Fuiste tú el que escribió: "y así, apaciblemente, llegó el 9 de Octubre de 1820, que a muchos tomó por sorpresa, y entre ellos a Olmedo". Está en la pag. 380 del primer tomo de tu ECUADOR PROFUNDO. Contigo debe pelear también, no conmigo. Ya eres también "enemigo de Guayaquil".
La cita de Andrade Reimers está ahí y es de él: que "el patriciado de Guayaquil rompió con Sucre y no lo apoyó". Está en su opúsculo LO QUE SUCRE HIZO POR ECUADOR.
Y son historiadores locales y de otras partes los que cuentan que de Guayaquil Sucre bajó a Machala, a Pasaje y a Loja (que aportó con más de 200.000 pesos) a esperar a los batallones que venían desde el Sur. Con esas fuerzas inició su camino al Norte. Estos batallones que combatieron en Pichincha fueron:
La División “Santa Cruz” , del sur, con 1200 hombres
El batallón peruano “Piura” al mando del comandante argentino Villa
El batallón peruano “Trujillo”
El famoso batallón inglés “Albion” que traía los pertrechos y que salvó la batalla.
El cuerpo colombiano “Paya”
El batallón Magdalena, de Colombia, al mando del general Córdova, que rompió los fuegos y que fue el primero en descender hasta El Tejar el 24 de Mayo.
Las tropas que vinieron de Colombia con Sucre, que totalizaban 700 hombres.
El batallón ecuatoriano “Yaguachi”, integrado por soldados voluntarios de varias partes del Ecuador (riobambeños, guarandeños, lojanos, ambateños, cuencanos) comandado por el coronel Morales
Y agréguese a esta cantidad los 14 guayaquileños citados en el artículo de LA REVISTA de “El Universo” del 24 de Mayo de 2009. Si fueron más o menos, el error es del que publicó ese artículo titulado UN TRASCENDENTAL APORTE: GUAYAQUILEÑOS EN LA BATALLA DEL PICHINCHA.
¿Qué me reclama? Aunque claro, sabemos que la quieren pintar y narrar a esa batalla de otro modo. Y les he arruinado esa estrategia.
Falta poner que mi finado e ilustre maestro y amigo (que votó por mi en la Casa de la Cultura) Abel Romeo Castillo documentó que Olmedo era monárquico siquiera hasta 1812, cuando se carteaba con la princesa María Antonia de Borbón, apoyando su derecho al trono. Para esas alturas ya había sido declarada la independencia de Venezuela, y el Guayaquileño Antepara (guayaquileño de los nuestros, no de esta gallada empingorotada) ya estaba editando en Londres, desde 1810, el periódico “El Colombiano”, al que en su biografía tú llamas el “primer periódico de la América Libre”. Hay que destacar la diferencia de estas conductas. Antepara, que es tu pariente, tiene méritos en la lucha independendista
que nadie le iguala en esta ciudad. Pero lo ponen atrás de sus favoritos.
Castillo resalta la oda EL ARBOL, de Olmedo, escrita (“con indignación monárquica”) en solidaridad con el rey de España en 1808, cuando ya Eugenio Espejo había sido asesinado y en Quito la gente se reunía para conspirar contra los españoles… preparaban la insurgencia del 10 de Agosto mientras los comerciantes de Guayaquil estaban locamente interesados en conseguir por primera vez en su historia un título de nobleza que se iba a rifar en Lima a propósito de la boda real española, como con lujo de detalles lo cuenta Modesto Chávez Franco. Qué culpa tengo yo de que estas cosas estén en libros de connotados historiadores?
Las CRONICAS DEL GUAYAQUIL ANTIGUO de Chávez Franco fueron reeditadas hace muy poco por el I. Municipio de Guayaquil. El fue “Cronista Vitalicio de la ciudad de Guayaquil”. Qué culpa tengo de que él cuente esas cosas? La culpa es de él por haberlas escrito y no mía que no hago más que citarlas porque nada he inventado, nada he sacado de mi cabeza. Lo que he hecho es estudiar a estos autores y sistematizar sus cosas. Pero ahora aparece este pseudo oráculo que intenta pontificar (ante su grupo minúsculo) que todas estas cosas “no valen”, “no son científicas”. Porque lo único científico fue el saqueo bancario.
Y Abel Romeo Castillo (será declarado Enemigo Post Mortem del Guayaquil oligárquico? Se atreverán a eso, por lógica, estos petimetres?) pone de relieve el banquete que le ofreció el Arzobispo Virrey de México en Tucubaya, cuando Olmedo hizo un brindis en verso con su composición titulada “Improntu”. Y recuerda que en 1802 el mismo Olmedo, después de que Eugenio Espejo había muerto, se ocupaba, en Lima, “de componer un epitalamio en las bodas del Conde del Villar de la Fuente, y de que por esa época compuso una Loa dedicada al Virrey y Capitán general del Reino del Perú”.
Y está lo que tú y Camilo Destruge dicen, que el famoso Villamil traficaba con armas que traía de Nueva Orleans para vendérselas a los españoles, mucho después de la jornada temeraria y heróica del 10 de Agosto, que costó tres cientos muertos, entre ellos dos antepasados míos, Francisco Javier de Ascásubi y Matheu y el coronel Juan de Salinas y Zenitagoya, asesinados con el apoyo y beneplácito de la burguesía comercial guayaquileña que apoyó a Fernando VII en esa coyuntura, proclamando firmemente su fidelidad al Rey, como documenta de manera perfectamente clara y en idioma castellano don Julio Estrada Ycaza, guayaquileño de la primera distinción, junto con su
tan distinguida esposa, la bella y gentil María Teresa, a la que tuve el honor de tratar de “tú”, y que me regaló autografiado el libro póstumo de Don Julio, su “Guía Histórica”.
Esta era gente que, amando a su terruño, tenía conciencia nacional. Porque ni León Febres Cordero Ribadeneyra, que era un hombre con una antigua historia nacional, por descender del marqués de Selva Alegre, comulgó jamás con esta “autonomía” ocultamente separatista que ahora se pregona. El descendía del general Aguirre Mendoza, que puso al servicio de Sucre los indios conocedores del terreno para que lo guiaran, de noche, por esas desconocidas montañas. En Quito una calle lleva su nombre. Su esposa fue Rosa Montúfar Larrea, quien sobornó a los centinelas españoles para lograr la libertad del general Mires, que logró llegar hasta Sucre con noticias útiles de carácter táctico, y que peleó en
Pichincha. Pero estas cosas por acá no se enseñan.
Y es que ya se sabe que, para estas gentes, “el Ecuador es un país extraño, que queda ubicado fuera de Guayaquil”. Estos sueñan con la creación de “La República autónoma, independiente, oligárquica, de Guayaquil”. Y mejor aún si es que es “un principado”, porque algunos andan locos por los títulos de conde, marqués, que no saben cómo conseguirlos. Hay algunos ejemplos que la gente conoce, que tú mismo has reseñado en tu Diccionario Biográfico…Tienen hacia el Ecuador y su pueblo y hacia el propio pueblo guayaquileño -al que pretenden utilizar- un odio infinito y enfermizo.
Ninguna de estas afirmaciones que he citado, obviamente, es mía. Me atribuye todo a mí. De seguro porque no soy guayaquileño de la élite. Porque aquí hay que ser las dos cosas: guayaquileño y del Club de la Unión, de no vale. Aunque se que en ese Club hay gente que si es racional. Tú por ejemplo.
Algunos amigos míos son miembros de ese club al que he ido (al salón “Inglés”) y lo conozco por dentro.
No se refiere a lo que anotó dos veces Benites Vinueza en su libro, que es un clásico del pensamiento social ecuatoriano, que la "aristocracia de Guayaquil quería unirse al Perú" y que el patriciado de Guayaquil se opuso al 10 de Agosto de 1809 y que por eso Fernando VII luego los recompensó con mercedes arancelarias, cosa que confirma mi ilustre amigo Julio Estrada. Si lo cito, me va a culpar a mi, no a él ni al respetable maestro guayaquileño Leopoldo Benites, que co-prologó mi primer libro. tengo ese orgullo. Un guayaquileño memorable como él me respaldó. Y me disculpas, pero estos no le llegan a él ni a los talones. Y claro, no se atreven a rebatir a gente de esa categoría
gigantesca, así que quiere apagar el fuego apuntando contra mi, que soy tan humilde..
De seguro hay que recordarles lo que dijo Benites Vinueza sobre Olmedo: “ Y Olmedo, el poeta de la libertad,, el caudillo de la emancipación,, el glorioso político de la in dependencia, prostituye su lira heroica con la que había cantado la gloria de Bolívar en Junín, al ordenar, en imprecación magnífica, al Chimborazo:
Rey de los Andes, la ardua frente inclina, que pasa el vencedor
El vencedor era Flores que acababa de exterminar a los ecuatorianos que luchaban contra el pretorianismo”. Llegarán a declarar a Leopoldo Benites Vinueza enemigo Post Mortem del Guayaquil oligárquico?
Yo digo de Olmedo que , sin duda, fue un gran valor literario, que pronunció en las Cortes su famoso discurso sobre las Mitas, con el que no fue consecuente, porque aquí pasó a ser Vicepresidente e íntimo amigo y hasta compadre del famoso sátrapa Juan José Flores, en cuyo gobierno se consolidó el latifundismo, la explotación a los indios, la injusticia social, la violación a los derechos humanos. Su gobierno fue una orgía de corrupción y violencia. Gobernó sostenido por tres mil negros venezolanos que asolaron el país, en pueblos y aldeas, cometían desmanes, atropellos, violaciones…todo esto está documentado. Hay una conferencia, dictada en la Vieja Casona, por mi pariente y compadre Carlos Cueva Tamariz, por el sesquicentenario de la República, en
que se refiere a algunas de estas infamias, respaldándose en varios prestigiosos historiadores. Y tú mismo, en tu biografía de Flores y en la de Muñoz, el duque de Rianzares, pones de relieve su corrupta vesanía manifestada, por ejemplo, en el asesinato de los miembros de EL QUITEÑO LIBRE…el coronel Hall y sus camaradas. Olmedo estuvo a su lado y fue, por desgracia, su hombre de confianza, durante todo ese tiempo. Se olvidó de su hermoso discurso sobre las Mitas.
La burguesía comercial guayaquileña siempre apoyó a Flores, inclusive en la horrible matanza de Miñarica, y solo se le opusieron recién en 1843. Se olvidan de resaltar el mérito de un guayaquileño de esa época, que brilla con luz propia, y que fue tan coherente en su postura antifloreana siempre, desde Tarqui, pasando por Miñarica, hasta llegar al 6 de Marzo. Este hombre –el general Elizalde-, una gloria guayaquileña, merece todo nuestro respeto y nos inclinamos reverentes ante su memoria.
El fue el artífice del 6 de Marzo. El hizo que Flores se viera obligado a capitular luego de meses de combate en “La Elvira”, en un contexto de levantamientos y pronunciamientos habidos en todas las comarcas del país, que se conmocionó con violencia. En todas partes del país hubo asonadas, disturbios, manifestaciones, revueltas armadas, bala y más bala, en costa y sierra. Asi fue como, a sangre y fuego, el gran guayaquileño Elizalde, en ese momento histórico, encabezó la lucha contra el pretorianismo extranjero que protegió a Rocafuerte.
Esta es una de las cartas que Rocafuerte, como Presidente del Ecuador, escribió a Juan José Flores: está reproducida en el libro de Gustavo Vázcones Hurtado, pag. 168. :
“es posible que siendo Ud. Tan vivo y convencido de la corrupción y espíritu de intriga de este país haya Ud. caído en la red que le han tendido los que solo aspiran a desunirnos? ¿A qué aspiran los enemigos de Ud? ¿A que Ud. Salga del país y de este modo poder ellos satisfacer sus venganzas? ¿Qué quieren mis contrarios? Que Ud. Salga del país para seducir a las tropas, volcar al Gobierno y apoderarse del mando para satisfacer su miserable avaricia. ¿Y en estas circunstancias Ud. Pretende irse al Perú y abandonarnos? Eso no puede ser, mi querido General. Ud no tiene tampoco ningún justo motivo de queja, si he esmerado en darle pruebas de deferencia y consideración y solo he diferido de sus opiniones en el arreglo de la hacienda y en la publicación de
los decretos del 10 de Febrero cuyo acierto o desacierto toca manifestar al tiempo. Su presencia de Ud. Es de absoluta necesidad en el Ecuador y yo no consentiré en que Ud. Se aleje de nosotros…” (CARTAS DE ROCAFUERTE A FLORES. 6 DE Abril de 1836. Archivo histórico,. Banco Central).
Y esto es lo que el general Wright, el amigo de Flores, que sostuvo una balacera en pleno Guayaquil, defendiendo a Flores, contra la tropa del general Elizalde el 6 de Marzo de 1845 (en la que hubo cien muertos), escribió sobre Rocafuerte: “Hoy remito a Ud. Un ejemplar y otros también a Soulín (se refiere a los panfletos contra Flores que llegaban de Lima) “de los viajes de Rocafuerte que no son al caso porque comer con la Emperatriz de Rusia y pasearse en Italia no tiene nada, absolutamente nada con los servicios prestados a la América ni conexión alguna con la revolución de la independencia: y decir que él no aspiraba nunca al título de General, es confesar plenamente que él no quería exponer su pellejo: mientras que nosotros para obtener este honroso título hemos
andado con la pata en el hielo y comiendo a veces carne de caballo, y aún esta sin sal mientras que Rocafuerte estuvo gozando de los deliciosos manjares de Europa según su propia confesión”. Está publicada en el libro “El general Juan José Flores”, de Gustavo Vázconez Hurtado, pag. 356. Editado por el banco Central del Ecuador.
De seguro que ese personaje que fue Jacinto Jijón y Caamaño merecerá vituperios por la forma como calificó a Olmedo en su libro POLITICA CONSERVADORA (editado por el Banco Central), pag 209: “Olmedo, deísta, de ideas religiosas imprecisas, ligero e inconstante, versátil y liviano en sus conceptos políticos”.
Y qué dirán de lo que el Dr. Angel F. Rojas escribió sobre Olmedo en su obra LA NOVELA ECUATORIANA (Clásicos Ariel: pag. 22 y 23): “Olmedo dedicó su mejor poema al general Flores, vencedor en Miñarica, manchando para siempre su nombre literario, que se vinculaba inicuamente al del amo extranjero que mató a más de mil ecuatorianos en esa batalla…Olmedo fue después enemigo de su héroe y compadre espiritual…la de Miñarica fue la peor de sus derrotas morales, y la generación literaria contemporánea no se lo perdonará jamás”. He aquí a otro “enemigo del Guayaquil oligárquico”. Ya le han de quitar, entonces, su nombre, al Hospital del Día que así se llama.
Te recuerdo lo que mi familia ha hecho por Guayaquil, porque ahora como que me quiere mandar botando de esta ciudad de la que da la impresión que se siente como "copropietario". Así son, al parecer, "sus ínfulas". Como que él da las visas para residir aquí. A él hay que pedírselas. Y como está amparado por su recontra poderoso séquito oligárquico pues se siente y se sabe intocable, no como yo, indefenso cholito de a pie que ando a veces en la metrovía. Se supone que me debo poner a temblar porque me ha tomado ojeriza. Tendré que empezar a tomar Valeriana.
Mi tío Manuel Benigno Cueva (al que tú le hiciste una excelente biografía) que fue Jefe Civil y Militar con la Revolución Liberal en Loja y que presidió la Constituyente de 1896, como Encargado del Poder, firmó el decreto fundando la Universidad de Guayaquil.
Mi tío Isidro Ayora Cueva fue quien le dio a Guayaquil una obra trascendental: el alcantarillado, que no se le había ocurrido a los otros presidentes guayaquileños de esa etapa, a los mandamases oligárquicos de esa época... Por la campaña sanitaria de su gobierno fue que Guayaquil, ciudad querida y víctima de su oligarquía tan caracterizada por tantos políticos, alcanzó la categoría de PUERTO LIMPIO CLASE "A". El fundó el Conservatorio de Música de esta ciudad y firmó el contrato para que se construya el actual palacio Municipal, QUE ES OBRA DE SU GOBIERNO, inaugurada en su gobierno. El pavimentó a Guayaquil por primera vez en su historia. Mi tío Isidro nació como yo en la castellana Loja. Fue un presidente lojano que se desveló por servir con
devoción al pueblo de Guayaquil, y sin tanto alarde ni pomposidad a la que están acostumbrados estos fanáticos del “autobombo”. Hay una larga avenida en el Norte de Guayaquil que lleva su nombre, por la gratitud de los guayaquileños. Y hay un progresista cantón de la provincia del Guayas que con orgullo lleva su nombre benemérito. El solo hizo por Guayaquil más que varios presidentes guayaquileños juntos. Y recordemos que fue un presidente quiteño el que construyó el Terminal Marítimo de Guayaquil y fundó la Politécnica del Litoral.
MI abuelo Juan Manuel Lasso Ascásubi, fundador del Partido Socialista fue el único militar de alta graduación de esa época que condenó la masacre del 15 de Noviembre, (como lo destacó Patricio Ycaza en el diario HOY el 13 IX 87) planificada por la oligarquía local con el gobierno de Tamayo que era de esta argolla.
Ahí estuvo metido Arroyo del Río, cuyo papel en la guerra del 41 fue siniestro aunque ya lo quieren santificar, ya dizque está empezando a hacer nuevos " milagros" como los que hizo en vida con los desprestigiados "carabineros" a los que el pueblo guayaquileño les dio bala "palomeándolos" en el aire cuando se tiraban desde las ventanas de su cuartel que se estaba incendiando luego de una noche de combate, el 28 de Mayo de 1944... Aquí evoco documentos como el libro LA HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO ECUATORIANO de Patricio Ycaza, que es un clásico del pensamiento social ecuatoriano.
Cuando había una crisis económica general, y en la costa, sobre todo, se abatía el desempleo, en medio de una larga crisis de inestabilidad política, fue el gobierno de mi tío Galo Plaza Lasso quien levantó al país y sobre todo a la costa, incluyendo, fundamentalmente, al Guayas, al fomentar el cultivo del banano, al que le buscó rápidamente contactos internacionales para su exportación. Esto fue una poderosa inyección de vitalidad para la economía nacional y sobre todo de esta región.
Hubo mucho trabajo, las bananeras prosperaron, nacieron grandes fortunas, y el empleo se expandió, causando un enorme progreso. Eso dio un alivio a la economía popular de la región. Contrario a lo que hicieron los aclamados banqueros corruptos de la oligarquía de Guayaquil que destruyeron la economía nacional. Esta es la diferencia … la sutil, “diminuta”, “mínima”, “imperceptible” diferencia que a este señorito no le ha de gustar que se destaque. Eso también es “un atentado contra su Guayaquil oligárquico”.
En el libro HISTORIA DE GUAYAQUIL, editado por el I. Municipio, se menciona a mi antepasado José de Aguirre Irisari, que fue Gobernador de Guayaquil en la época colonial, desde 1790 hasta 1795. Se dice de él que construyó el primer puente sobre el Estero Salado, inició la construcción en piedra de la calzada que luego se llamó “Camino de la Legua”, y reparó los puentes que cruzaban los esteros. Facilitó el funcionamiento de la primera escuela pública de primeras letras, y terminó de construir la cárcel pública. Fue ascendido a Coronel de Infantería y luego a Coronel de los Reales Ejércitos y obtuvo el hábito de Caballero de la Orden de Santiago. También, según Abel Romeo Castillo, refaccionó la aduana, la
sala de armas y el muelle. “En su residencia no se presentó ningún vecino a declarar en contra suya”.
En su libro LOS GOBERNADORES DE GUAYAQUIL DEL SIGLO XVIII, el Dr. Abel Romeo Castillo, cita a Pino Roca que lo calificó a mi antepasado de “gobernante modelo”. En España combatió contra Napoleón y fue Secretario de los Negocios de Guerra y fue luego declarado “BENEMERITO DE LA PATRIA EN GRADO HERÓICO Y EMINENTE”. Llegó a ser Mariscal de Campo. En España fue encarcelado por la absolutismo debido a sus ideas liberales. Falleció en 1814, de 56 años. Castillo concluye el largo capítulo que le dedica a Aguirre Irisari con estas palabras: “Si los hechos de la vida de Aguirre –los que nosotros conocemos del Gobernador a quien tanta gratitud debe guardar Guayaquil- no bastaran para presentarle como
un hombre puro, íntegro y honorable, las circunstancias de su muerte –las pocas que conocemos- serían las pruebas definitivas”. Su genealogía y descendencia ecuatoriana aparecen en el trabajo de Gangotena, editado en 1955 por la Academia Nacional de Historia. De él desciende León Febres Cordero Ribadeneyra por vía materna. Así está documentado.
Mi familia ha hecho aportes sustanciales en beneficio de Guayaquil, como ves, como muy pocas Y son cosas concretas, no propaganda chovinista. Así que yo no tengo porqué irme de esta ciudad a la que amo, porque le desagrada mi presencia aquí a un filático que pertenece a una élite de personas que lo que pasa es que se creen que son los dueños de esta ciudad habitada ya por millones de ciudadanos, muchos de los cuales tenemos otra ideología, otra filosofía de la vida. Y vivimos amparados por la Constitución, aun que a él no le guste.
Mi familia no masacró al pueblo de Guayaquil el 15 de Noviembre de 1922. Fue un genocidio planificado por la propia oligarquía local acostumbrada a usar al noble pueblo de Guayaquil electoreramente para defender intereses de clanes financieros. Y fíjate que no te menciono el libro de Galarza Zavala sobre el caso ADA. Mi familia no ha causado estropicios como ese contra el pueblo. Pero si te citaré en esta carta, una y mil veces, a Joaquín Gallegos Lara, autor de la trascendental novela LAS CRUCES SOBRE EL AGUA, sobre la masacre del 15 de XI de 1922.
A este ilustre novelista guayaquileño, un clásico de nuestras letras (al que habrá que reeditarlo muchas veces, organizar en los colegios fiscales concursos de oratoria sobre su obra) identificado con la plebe, con el pueblo llano, con el de los barrios pobres, suburbanos, marginales, también ya lo están devaluando y descalificando, diciendo que esta novela "no refleja totalmente la realidad histórica de ese día" (ver libro HISTORIA DE GUAYAQUIL, editado por el I. Municipio: pag. 78). Son estos revisionistas historiadores oligárquicos los que se creen pomposa y petulantemente "dueños de la verdad absoluta sobre Guayaquil" a los que se les debe preguntar cómo va a estar el clima el día de mañana, de qué
color serán las nubes el próximo Miércoles, porque son "guayaquileños iluminados y luminosos" vinculados a la banca , a la famosa aristocracia financiera, porque la aristocracia que tienen es la del billete, y que son apologistas del gran capital monopólico y de la plutocracia. Intelectuales orgánicos de la burguesía agroexportadora.
Los que más daño le han hecho al pueblo de Guayaquil son esos potentados que provocaron tú sabes de qué modo el desastre bancario de la década de los noventa del pasado siglo. Ellos hasta fueron respaldados por la alta nomenclatura de esta ciudad. Acuérdate de esa famosa marcha por la av. 9 de Octubre. La forma como ellos perjudicaron a Guayaquil y al Ecuador fue espantosa. Su chistecito costó ocho mil millones de dólares. Eso dejó al pobre país en soletas. Por eso perdimos nuestra moneda nacional, el sucre, y se adoptó el dólar. Esa "hazaña" fue la causa de que centenares de miles de humildes compatriotas huyeran de la miseria provocada por esa argolla
oligárquica y financiera en este país, viajando a España a ganarse la vida honrada y sacrificadamente hasta limpiando escusados. Mandando desde allá divisas que han sostenido a la dolarización. El heroismo de esta gente semiproletaria, sobre todo del austro, víctimas de este sistema, tiene todas las características de una trágica gesta producida por los que ya asoman aquí como "innombrables". Ellos han hecho más por este país y por su economía que un millón de señoritos como éste juntos.
Este señor que es experto en economía oligárquica sobre este asunto ha de tener bien cerrada la boquita. Quiero ver qué dice de los banqueros mañosos autores de este descalabro que están prófugos de la justicia... "Guayaquileños" de la élite mandona. A ver qué dice pues, cómo los disculpa, cómo los justifica. Nunca les habrá sugerido que se vayan, estoy seguro. Imposible, cómo va a cometer ese sacrilegio? Pero como yo no soy un paniaguado al servicio de los nefastos intereses oligárquicos, si le digo que él quiere erigirse en venerable gurú de una historia apologética pensada en beneficio de los dueños del statuo quo. "La historia según los magnates". Ya recibirá condecoraciones de las Cámaras. Pintoresco
panorama.
Manifiesta que a un compatriota que desde USA le enviaba emails criticando el "american way of life" le dijo que porqué no se va de ese país. E insinúa que debo irme de esta ciudad. Porqué no se va él a los USA ya que tanto ama a yanquilandia? El debe amar a los USA de los Bush y de los Rockefeller, no al de Walt Withman ni al de Hemingway, ni siquiera al de Sean Penn, Jéssica Lange , Angela Davis, Susan Sarandon, que son personajes críticos, que como algunos de nosotros acá, han postulado una sociedad diferente, sin tanta inequidad como la que este "atrasapueblo" defiende apasionadamente, con su cara de "bancoenquiebra". El destino de él ha sido el de glorificar a la burguesía.
Yo tengo todo el derecho y el orgullo de vivir hasta que me de la gana en esta ciudad querida, con cuyo pueblo aguantador y sufrido, víctima de la explotación inmisericorde a la que estos burgueses lo someten en sus fábricas y empresas (en algunas de las cuales –ojalá hayan sido pocas- se sabe que ha existido la doble contabilidad para perjudicarlos en sus utilidades) he sido solidario desde los cada vez más lejanos años de mi adolescencia, cuando tuve el honor de caminar varias veces por sus evocadoras calles platicando con el inolvidable camarada Enrique Gil Gilbert, un guayaquileño memorable cuya amistad me marcó el espíritu noblemente. El fue uno de mis grandes maestros. De vivir aún, al conocer los argumentos
inconsistentes de esta minoría poderosa, soltaría esa sana risa suya, fraternal y revolucionaria, de la que habló Pablo Neruda.
El me daba la bienvenida a su casa en Las Peñas casi todas las tardes en el verano del 68, cuando nos dictó un largo seminario de materialismo histórico. La última vez que lo vi fue en el Hotel Habana Libre, cuando, tomando un jugo, hablamos, por primera vez, de literatura.
No era un guayaquileño de la escuela de los tartufos que utilizan el nombre de Guayaquil para defender a los que explotan al pueblo de Guayaquil. El era un luchador por la causa de la justicia social y el socialismo. Yo sigo siendo fiel hasta esta edad a esa causa gloriosa, libre de tergiversaciones totalitarias leninistas. No me he torcido ni me he vendido como algunos. Cada vez más me siento, me pienso y asumo a mi mismo como un símbolo de esos años en que tuvimos esos sueños revolucionarios de libertad y justicia. Y no va a ser un mentecato el que me va a decir donde tengo que vivir. A dónde se imagina él que hemos llegado? Es que él se siente como un dueño de casa. Cree que soy un inquilino suyo.
Tendré que decirle:. Qué pasó, pues, cholito! quién se figura que Ud. Es? Y por lo visto no sabe con quién está hablando. Ud. A mi no me va a asustar con su presencia de sacristán famélico ni con las blasfemias anti-ecuatorianas de su séquito….ocurrencias de esta gente prepotente y sobrevalorada!
Esta clase de gente cree, en su fatuidad, que el mundo gira alrededor de ellos y que ellos son "la sal de la tierra". En cada país del llamado "tercer mundo" existen estos pseudo pontífices que defienden el pasado al que quieren edulcorarlo para impulsar el mantenimiento y la vigencia de estructuras socioeconómicas oprobiosas que aún se sostienen...pero ya vendrá el gran soplo furioso de la historia, el apocalipsis proletario cuando se haga realidad la sentencia de Adolfo Simonns: "El Ecuador necesita cien entierros de primera clase". Que conste que fue Simonns quien lo dijo. Ya me ha de echar la culpa a mí. A Carlos Julio Arosemena Monroy le oí decir varias veces lo mismo.
Esta gente como que ha patentado el nombre de Guayaquil. Son como los propietarios de ella. Estar de acuerdo con Joaquín Gallegos Lara, según esta filosofía, es ser enemigo de Guayaquil. Estar de acuerdo con lo que dice Benites Vinueza es ser enemigo de Guayaquil. Estar de acuerdo con cosas que escribió Enrique Gil Gilbert es ser enemigo de Guayaquil. Estar de acuerdo con Angel F. Rojas es ser enemigo de Guayaquil. Amar a Guayaquil es, entonces, apoyar incondicionalmente a la oligarquía, a los banqueros mañosos, a Bush.
Estar de acuerdo con lo que en LA NOVELA ECUATORIANA Angel F. Rojas dijo de Olmedo es ser enemigo de Guayaquil. Esta peregrina manera de pensar es propia de un segmento social poderoso y decadente que se va quedando sin argumentos frente al transcurso de la historia. Por eso quieren imponer normas fanáticas con sus estribillos. Es como el establecimiento de una nueva inquisición. Tras el nombre de Guayaquil a la que simulan amar y defender, ocultan sus intereses egoístas, mercantiles que es lo que de veras les interesa, sus negocios, su dominio político que se bate en retroceso. Entonces la guayaquileñidad no es más que una
coartada torpe de esta gente. Es el lobo feroz disfrazado de Caperucita Roja. Tras el rostro de este Guayaquil deshumanizado, pomposo, alienado, regionalista, separatista que estos pintan, este Guayaquil dividido en castas que quieren conservar su decadente predominio está la oligarquía que quema sus cartuchos para tratar de eternizarse. Pero es una clase social que perdió el tren de la historia y que, ilúsamente, quiere convencernos con charadas y charlatanerías patrioteras cantonales porque no tienen una visión de país.
La guayaquileñidad para ellos es una coartada para defender sus intereses privados. Creen que el pueblo de Guayaquil, al que han explotado y despreciado siempre, va a seguir siendo ingenuo toda la vida y que lo van a seguir convenciendo y manipulando con sus ridículas "envolvencias" estos personajes que en realidad admiran y veneran a Disneylandia. En su mitología el tío rico del Pato Donald es su verdadero símbolo secreto inconfesado. Ajenos a la cotidianidad dolorosa del pueblo guayaquileño, en su mayoría semiproletario y marginal, en sus lujosas oficinas y mansiones elucubran sus fantasías teóricas
deschavetadas y se autosublimizan. Perdido el contacto con la realidad de un proceso histórico que sigue su marcha, trazan imaginarios incongruentes, metafísicos, y creen que la realidad social es como ellos quieren verla, como ellos necesitan verla para autojustificarse.
Viven sumergidos en un eterno aquelarre y anatemizan a quienes, con los pies en la tierra, y ubicados en otro contexto, piensan diferente y los refutan y desafían en nombre de la justicia social, que, para ellos, es la palabra maldita. Desacralizar a sus íconos es un pecado y significa ser enemigos de Guayaquil, de ese Guayaquil que no existe sino en su delirio. El pueblo de Guayaquil diariamente se enfrenta a la pobreza y a la miseria pero eso no les importa. Guayaquil no son sino ellos que forman como una secta empeñada en falsificar, distorsionar, tergiversar la historia. Carentes de trascendencia en el presente, para ellos es vital encontrar heroismo y grandeza en el
pasado. Por eso hablan de gestas oligárquicas gloriosas que no existieron, de hazañas memorables de los grandes gamonales decimonónicos que se derrumban ante la primera crítica. Total, la historia del país no es sino la del desarrollo de la inequidad. Y viven glorificando el proceso de concentración de la riqueza en pocas manos, de la acumulación monetaria. Hablarles del libro de Agustín Cueva, EL PROCESO DE DOMINACION POLITICA, o de la novela de Gallegos Lara: LAS CRUCES SOBRE EL AGUA, o del ensayo de Patricio Ycaza. HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO es como echarle al vampiro agua bendita.
Enemigos tapiñados de la unidad nacional, se refugian en su evangelio satánico regionalista y se desesperan al comprobar que no son más que ridículos predicadores cantonales sin eco. Pero insistirán en su causa anti-pueblo y pretenderán seguir escondiéndose detrás del nombre sagrado y amado de Guayaquil.
Saben que su causa está perdida y eso los hace histéricos y peligrosos.
Su casta ha hecho mucho daño a través del tiempo. Y esa es una realidad de la que el pueblo va tomando conciencia...ese pueblo al que desde lo profundo de su corazón… detestan. Hay millones de ejemplos para confirmarlo. Masacres, cuántas devaluaciones, etc, etc, etc. Para qué llover sobre mojado? Aunque algún amigo me dirá: "de todos modos es bueno seguir echando agua". Y tendremos que continuar haciéndolo porque no vamos a quedar como pintados en la pared frente a estos afrentosos que creen que nos intimidan porque representan y hablan a nombre del gran poder económico.
La oligarquía de Guayaquil ha sido una fuerza nefasta, como todas las oligarquías, a través de la historia. Siempre ha puesto sus negocios y sus intereses lucrativos por encima del bien general. Hay reseñas de cómo los comerciantes de esta ciudad se opusieron, antaño, a “que se abra un camino que una a Quito con Esmeraldas, por temor a perder el control del comercio exterior que en su totalidad se realiza por el puerto de Guayaquil”, según lo consigna Oswaldo Hurtado en EL PODER POLITICO Pag. 64, 4º edición.
Lo mismo dice monseñor Federico González Suárez (tomo 53: Clásicos Ariel, Pag. 75.): hicieron lo que pudieron para sabotear la construcción de un camino de Quito hacia Bahía de Caráquez. Ahí cuenta el asunto con lujo de detalles y dice: “Las invasiones de los corsarios y las gestiones apasionadas de los comerciantes de Guayaquil, a cuyos intereses era perjudicial la existencia del nuevo camino, fueron parte, al fin, para que los virreyes dieran órdenes sobre órdenes mandando que el camino se abandonara, y que el comercio se hiciera solamente por Guayaquil”.
Y tú mismo, mi querido e ilustrado Rodolfo, en la biografía de Jorge Chiriboga Guerrero mencionas este sostenido hecho. Velasco Ibarra no quiso firmar el decreto para que se construya el gran puerto de Esmeraldas, dices tú: “obedeciendo a egoísmos absurdos de la oligarquía de Guayaquil que creía que Esmeraldas representaba un peligro para sus intereses…”. Esto fue en 1960. Serás “enemigo de Guayaquil” por eso?
Y Marcel Pérez estupiñán señala otro capítulo de esta historia en la pag. 21 de su libro… “El príncipe de Esquilache, Virrey del Perú, se opuso a la construcción de un camino hasta la Bahía de San Mateo... “Los comerciantes de Guayaquil veían con temor la apertura de un puerto y de una vía permanente a la capital, pues conocían que por la distancia a Panamá esta ruta sería la preferida por los quiteños…la absurda y egoísta posición hizo fracasar las acciones emprendidas…”.
Incluso el sabio riobambeño Pedro Vicente Maldonado tuvo el mismo propósito y logró dar pasos en esa dirección, pero el miedo que le tenían al contrabando las autoridades coloniales hizo esta vez fracasar el proyecto. Gonzáles Suárez dice: (Tomo 67 Clásicos Ariel, pag 135): “La obra de establecer un puerto in mediatamente sobre el Pacífico y abrir un camino que facilitara el comercio, dando vida a las provincias de Esmeraldas e Imbabura, ha sido, pues, el anhelo constante de los ecuatorianos en tiempo de la colonia y en tiempo de la República: se realizará algún día este como sueño dorado de nuestros compatriotas”?”.
Un atentado contra Guayaquil el progreso de otras regiones del Ecuador? Eso, al parecer, es lo que se ha sostenido, varias veces, en el transcurso del tiempo. Conductas como estas no son, pues, edificantes.
Tuve la oportunidad de tratar a un importante personaje guayaquileño en sus últimos tiempos.. Quienes lo visitaban en su oficina en el Edificio PANORAMA son testigos de la deferencia con la que siempre me trató. A pesar de su recio temperamento, era un hombre que mostraba con sus amigos una exquisita cordialidad. Siempre hablamos con franqueza y respeto y su oficina estuvo absolutamente abierta para mi, pese a que teníamos diferentes ideologías. Pero en é l predominó, en su trato hacia mi por lo menos, su calidad humana. No era un fanático regionalista de poca monta ni comulgó con solapadas tendencias separatistas. Tenía sentido común. Era amplio de criterio. Había llegado a la etapa de la serenidad. Era muy agradable platicar con él y
por eso me gustaba ir a visitarlo. Me apoyó abiertamente cuando fui candidato a Presidente de la Casa de la Cultura. Hizo llamadas telefónicas a algunos miembros de esa entidad que eran sus amigos para conseguirme otos. Aún viven algunos de los que recibieron esas llamadas...no es verdad Monserrat...? No es cierto Ec. Orellana? Lo echo de menos. Fue, pese a la diferencia de edad, el mejor amigo que he tenido en esta ciudad. El se llamaba Jaime Nebot Velasco.
Como buenos amigos que fuimos (yo sigo siéndolo, porque la amistad no desaparece), nos tuteábamos y yo, a veces, me permitía tratarlo, siempre con cariño, de “niño Jaimito”, otras, como “el viejo Nebot”. La primera vez que se lo dije en su oficina, delante de varios amigos, me reclamó: “A quién le dices el viejo Nebot”. Desde mi silleta, algo asustado, le dije: “A ti pues”. El meditó unos segundos y me respondió: “Y porqué me dices “el viejo Nebot?”. Yo, tratando de “salvar mi vida”, me arriesgué y le contesté: “Porque eso es lo que tú eres pues”. Meditó otro instante y me dijo, suavemente, claudicando por el afecto que me tenía: “Pero no esta
bien que me digas “el viejo Nebot”. Y yo, ya convaleciente del susto, le respondí: “Y entonces cómo quieres que te diga”. De un modo afable, misericordioso, me aclaró. “Deberías decirme “el joven Jaimito”. Asi salió adelante la amistad y para festejar mi ocurrencia mandó a traer otra botella de wiski. Después aceptó volver a escuchar en su antiguo tocadiscos (me arrepiento de no haberle pedido que me lo regale, porque me lo hubiera dado…era una reliquia) una canción de Serrat, de un long play que yo le presté y que permaneció meses en su oficina y que era como un himno que sonaba siempre el último viernes de cada mes: “Una mujer desnuda y en lo oscuro” (me parece que la letra es de Mario Benedeti)…”de modo que si ocurre un apagón o una noche sin luna, es conveniente y hasta imprescindible tener a mano a
una mujer desnuda”.
Gente como él, como Enrique Gil Gilbert, Resfa Parducci, Guillermo Cubillo Renella, Pedro Saad, Rosendo Arosemena Elizalde, Lila Alvarez, Leopoldo Benites, Abel Romeo Castillo, Julio Estrada, me enseñaron un rostro de Guayaquil que este señorito no conoce... El de un pueblo oprimido pero generoso. Humillado pero altivo. Pobre pero luchador y optimista. Así son todos los pueblos de la tierra. Así es el ser humano, en cualquier parte de este planeta, así es el proletariado del mundo entero, como con tanta justeza lo dijo ese espíritu universal que fue el gran Máximo Gorky.
Un día este señorito pretencioso llegó a visitar a Carlos Julio Arosemena (yo guardo varias cartas, fotos tomadas en mi casa y autógrafos suyos y de su hermana María Laura que fue muy amiga mía. Una vez le mandé una, de cinco páginas, vía fax, escrita a mano, a su respetable hija Pamela Andrade de Solórzano, esposa de ese excelente caballero que es Don Carlos Solórzano Constantine), el ex-presidente, quien calificó a Quito, en su discurso en la convención nacional de su Partido, como LA TRADICIONAL CIUDAD DEL ACENDRADO Y PURO LINAJE HISTORICO.
Quito, ciudad hermana, que tanto apoyó a Guayaquil cuando la quemaban en su andadura los indios chonos, y los contados sobrevivientes iban a Quito a pedir ayuda y refuerzos para regresar a -re- establecerla. Volvían los chonos a incendiarla y a atacarla y a matar a los fundadores españoles, y volvían los sobrevivientes a ir a Quito, para recibir ayuda y apoyo, para regresar de nuevo a crearla. Y ahí estaba presta la ayuda del cabildo quiteño, creado por mi decimoséptimo abuelo, Sebastián de Benalcázar, que la fundó (a Guayaquil) en Riobamba, con Almagro, y que fue quien la trasladó a la costa. Vale que sepa este historiógrafo burgués que desciendo de cuatro conquistadores españoles, fundadores de Quito y de Guayaquil:
Diego de Sandoval, Juan de Londoño, Benalcázar, que en esta región fue el jefe de jefes, y de Vargas de Guzmán, por las ramas de Freire de Andrade y Lasso de la Vega... . Lo que digo no es noticia pues está documentado por Robles Chambers, Cristóbal de Gangotena y Jijón y Fernando Jurado Noboa desde tiempo atrás.
Te saludo con el afecto de siempre, mi querido Rodolfo, guayaquileño ilustre que me has honrado por décadas con tu amistad. Te agradezco todo lo que me has enseñado. Sin tu información ni me habría enterado de estas aseveraciones tan groseras de este señor al que toda la vida le he tenido un gran respeto, que no ha sido correspondido. Allá él. Yo no soy descortés con las personas que tienen una manera de pensar distinta a la mía. Una discusión que debe ser de altura él la ha contaminado con su exabrupto. Así es el fanatismo devorador de espíritus. Que Alá el misericordioso nos libre de estas torpezas. Te agradezco tu apoyo manifestado en varias ocasiones, sobre todo en mis campañas siempre perdidas en la lúgubre y sepulcral Casa de
la Cultura. Nunca olvidaré que siempre estuviste a mi lado y que hasta hemos compartido enemigos comunes. Por una década tu antigua oficina de la calle Boyacá fue lugar para un semanal peregrinaje de amistad.
Recuerdo que cuando te llevaba cartas y textos para que firmes, documentos del viejo CIRCULO CULTURAL DR.PIO JARAMILLO ALVARADO jamás los leías y simplemente los firmabas. Y debes recordar cuando llegué a tu oficina con una hoja de papel en blanco, con la firma de Jorge Zavala Baquerizo en el centro. Y te dije: "da escribiendo arriba que es en apoyo a mi candidatura". Gente como la que he citado y como tú, han contribuido a hacer crecer en mi corazón el amor por esta ciudad, digna, como todo el país, como todo el planeta, de mejor suerte. No es así, mi querido tovarish?
Tú eres uno de los ocho ganadores del Premio Nacional de Cultura “Eugenio Espejo” que han honrado mi casa, visitándome. No voy a enumerarlos. Tres de ellos, Parra, “el chaval” y “Quili” ya fallecieron.
Esto que he escrito no ha sido ni con la más mínima intención de ponerme a debatir con este señor. No. Nunca jamás me volveré a referir a él y por eso aquí ni lo nombro siquiera. Que quede como una entelequia. Al fin, él es solo un empresario que escribe adefesios, defendiendo esos intereses antipopulares (en realidad, ellos son el anti Guayaquil por excelencia, el anti-pueblo y el anti-Ecuador), mientras que yo soy un poeta y un intelectual de tendencia eco-socialista, que, como decía Benjamín Carrión: "No soy historiador, soy un lector de la historia". Si he escrito esta reflexión solo ha sido para explicar y justificar mi vida y mi presencia en esta ciudad, y para que la
conozcan mis amigos, en todo el Ecuador, divulgando estas tesis. Sé que mucha gente me va a felicitar por este documento. Lo he escrito viviendo aquí, en mi casa, en Guayaquil, Ecuador, yo, que soy un “quiteño de Loja”. Al fin, este país debió de llamarse Quito, como fue conocido siempre, y dejó de llamarse así por la oposición de los representantes de la oligarquía (“el gran cacao” como fue denominada luego) de Guayaquil en la Primera Constituyente. Por eso se llamó (perdiendo esa identidad histórica) Ecuador, un nombre que no significaba nada, y que ha hecho creer a gente mal informada del hemisferio norte que está ubicado en el África.
Afectuosamente,
CARLOS LASSO CUEVA